lunes, 9 de junio de 2008

RESPUESTA A ELBA PÉREZ

Hace poco recibí esta respuesta de Elba Pérez. De ella deduzco que ha leído algunos de mis textos, así que decidí contestarle. Ahí van ambos textos:

¿Lucas Pato o Pato Lucas? Me parece que Donald era sobrino del tío Patilludo cuyo nombre era Lucas.
La verdad es que no me gustan los seudónimos o heterónimos (con la excepción de Fernando Pessoa o Clarín-Leopoldo Alas) Y los rechazo más cuando su portador emite juicios ocultando su identidad. Es fácil caer en el juicio liviano amparándose en el anonimato. Le sugiero que reflexione sobre su condición de anónimo.
La dignidad reside en asumir a cara limpia y nombre propio, sin cortapisas ni chicanas los errores o aciertos propios.
Pide se emita opinión sobre Arte BA. No puedo complacerlo ya que no me comunico con fantasmas
Que siga bien
Elba Pérez

RESPUESTA DEL PATO LUCAS

Señora: Por si aún no se dio cuenta, usted ya se ha comunicado con un fantasma, o con un pato, como prefiera; me extraña por lo tanto que emita su opinión sobre algunas cuestiones y no sobre otras. Creo innecesario aclarar mi parentesco con el pato Donald o con el tío patilludo pero sí me parece pertinente hacerle notar que usted ha empleado tiempo y algo de ingenio en responderme con un texto que denota cierto enojo y malestar por mis escritos o por el hecho de que utilizo seudónimo. Yo me pregunto si no sería más útil que utilizara ese tiempo, ese ingenio y ese enojo en denunciar las patéticas imposturas de muchos de sus colegas que tienen espacio en los medios –es decir que tienen cierto grado de poder- y que además figuran reiteradamente en los jurados de premios importantes y que usan esos espacios en las publicaciones culturales para escribir banalidades y tonterías o ensalzar a los mismos nombres de siempre ¿No deberían ser usados esos espacios con mayor responsabilidad? Mis textos llegan apenas –con suerte- a unos centenares de personas, y usted se ocupa en responderme airadamente, pero no dice una palabra sobre gente que escribe “acerca de nada” en las publicaciones culturales más importantes, que son leídas obviamente por mucha más gente que la que lee mis envíos. ¿O cree usted que hablar de campos energéticos y niños índigo es hacer crítica de arte? ¿O pronosticar un mundo maravilloso gracias a Internet?
¿O contarnos toda la trayectoria de un artista que expone en Ruth Benzacar sin jugarse acerca de la calidad o el interés de la obra? ¿Cuánto les pagan por eso? Reitero, ¿No deberían usar esos espacios con más responsabilidad y respeto por la inteligencia de sus lectores? ¿Debo entender que su respuesta es una defensa corporativa?
Con respecto al seudónimo, le digo, como dije ya en alguna oportunidad que mi intención no es mantenerme anónimo para siempre. En todo caso el secreto le agrega cierto interés a mis textos, pero los secretos tarde o temprano dejan de serlo, son descifrables. Lo único indescifrable es el misterio. Y para terminar, voy a transcribir un fragmento de una respuesta que recientemente me hiciera llegar una joven colega suya, (de quién no daré el nombre), y al sólo efecto de que comprenda que hay mucha gente que piensa de manera diferente. Ahí va:

“es tremendo (pero reconozco que indispensable) el tener que ocultarse tras una identidad ficticia para ejercer la critica de manera brutalmente autentica.”



Lo puse un poquito más grande no porque crea que usted no ve bien, sino porque coincido con la idea que se expresa en el fragmento; es alguien que ha comprendido plenamente la función del seudónimo.

Señora: fantasmas hay por todas partes, no tenga miedo de comunicarse.

Saludos.
El Pato Lucas.

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