sábado, 17 de mayo de 2008

FONTCUBERTA, EL CRÍTICO NEW AGE Y LOS NIÑOS ÍNDIGO.

FONTCUBERTA, EL CRÍTICO NEW AGE, Y LOS NIÑOS ÍNDIGO.

Siempre me produce un poco de vergüenza leer la sección de Artes Visuales de los suplementos culturales de los sábados, ya sea la revista Ñ, o el ADN cultura, me produce vergüenza por comparación, porque también leo las otras secciones, literarias, de pensamiento, etc, y en general las reseñas y críticas de la sección de arte son, comparativamente patéticas. Para ejemplificar, el sábado 10 de mayo, la revista ADN, del diario La Nación, publica una entrevista a Jacques Ranciére (pag. 30 de la sección “pensamiento”) Se puede estar de acuerdo o no con las ideas de Ranciére con respecto a la educación, pero no puede negarse su interés. La nota anterior a esta (sección “fotografía”, pag. 28) es una entrevista al fotógrafo catalán Joan Fontcuberta, autor de un libro maravilloso que leí hace un par de años y recomiendo especialmente: “El Beso de Judas, fotografía y verdad” de la editorial Gustavo Gili. Espero que mis transcripciones no los aburran demasiado pero, creo que son absolutamente necesarias para establecer comparaciones entre pensamientos o visiones del mundo, así que, ahí va algo de la nota (que por otra parte espero que puedan leer completa). En la introducción Leonardo Tarifeño, autor de la entrevista dice:

“El fotógrafo catalán Joan Fontcuberta dice que aprendió a desconfiar de las imágenes gracias a la dictadura de Franco, donde “la manipulación y la censura obligaban a leer entre líneas. En esas circunstancias, se crece con el síndrome de la sospecha, y llega el momento en que la duda se convierte en estilo de vida”. Eso, de niño. Ya de grande, lo que terminó de formar su conciencia de lo ilusorio y el simulacro (por no decir la mentira) fue trabajar en periodismo y publicidad. “Siempre digo que allí me entrenaron en la media verdad, una técnica de persuasión mucho más peligrosa que la mentira”, cuenta ahora, en Buenos Aires, invitado por el Ccba para un diálogo con Marcelo Brodsky. “¿Cómo me explico? A ver, hay una frase de Oliver North, el principal implicado en el escándalo Irangate, que puede servir. Para defenderse, durante el juicio en su contra, él dijo: “Yo no miento, simplemente economizo la verdad”. Esa idea de economizar la verdad sin mentir es maquiavélica. La mentira es detectable, en cambio la “economía de la verdad es un recurso casi florentino del que la política contemporánea da grandes muestras. Y hay que saber cómo reaccionar frente a esta situación actual. En ese sentido, sin ninguna pretensión ni paternalismos, yo esperaría que mi trabajo fuera pedagógico, y hasta profiláctico.”


Luego, al final de la entrevista Fontcuberta dice:

“Para mí, el arte comprometido contemporáneo, aquél que debe interesarnos y que dejará una huella en nuestro tiempo, es hoy el que busca formas de oponerse a la situación hegemónica de la avalancha de imágenes seductoras que componen la iconosfera en la que vivimos”

Bueno. No hace falta agregar nada. Luego de esta pequeña joya, en la página 34, sección muestras, ADN nos regala otra gema, pero de plástico, del crítico local Julio “Shunimudra” Sánchez. La nota se titula “Mirar sin prejuicios” Subtítulo: “En Praxis y Del infinito, artistas menores de 40 revelan maneras similares de ver el mundo”, y voy a reproducir algunos fragmentos dignos de ser analizados. Dice Julio Sánchez:
(…) “En la galería Del Infinito se presentan cinco “jóvenes” menores de 40 y mayores de 35. La más experimentada (nacida en 1969) es la rosarina Alejandra Tavolini. Ella encierra tiernos peluches de corderitos, terneritos y tiburoncitos en cajas vidriadas llenas de líquido transparente.”

Qué dulce. Esta parte me conmueve. Julio maneja hábilmente nuestras emociones: Aquí la frase clave es “tiernos peluches”, que ya nos mueve a simpatía, a querer de entrada a la artista, o bien a pensar que a los 39 años, ya podría empezar a dejar los peluches. Pero sigamos con el texto de Sánchez.

“El aficionado a las últimas tendencias reconoce el guiño a la obra del británico Damien Hirst, autor de La imposibilidad de la física de la muerte en la mente de alguien vivo ( 1998 ), el famoso tiburón flotando en formol. (…) Tavolini cambia la escala de los animales de Hirst y transforma el cadáver en juguete; por lo tanto, el discurso filosófico deviene artístico.”

Aquí comienza mi confusión y debo reconocer las limitaciones de mi pensamiento, o la imposibilidad física de comprender la mente de Julio Sánchez. ¿Quiere decirnos el crítico que la obra de Hirst – el artista más cotizado del planeta- no es artística sino filosófica y que Tavolini, que lo cita, al cambiar cadáveres por peluches sí produce un objeto artístico? ¿Los juguetes que citan cadáveres son más artísticos que filosóficos?
¿Nos estará vendiendo Sánchez pescado –o tiburón- podrido? Este problema se me hace insoluble; mejor sigamos con el siguiente fragmento:

Las enormes telas de Lucía Spotorno (n. 1974) siguen contornos florales y vegetales, no de la naturaleza sino del estampado, como aquellos falsos wallpapers de Kenneth Kemble o, más recientemente algunas obras de Carolina Antoniadis.

Sí, viendo la ilustración de la nota uno se da cuenta de que Spotorno copia, - perdón, hay que decir “cita” a Kemble-. También uno se da cuenta de que Kemble lo hacía mejor. Sigamos con el texto de Shunimudra que aún nos depara sorpresas:


Ni Tavolini ni Spotorno miran la naturaleza en directo; solo cuando está mediatizada por el arte.


Perdón, ¿Hay algún artista que mire la naturaleza directamente? ¿Hay algún humano que mire la naturaleza directamente? ¿No es la “naturaleza” misma un preconcepto? Ya desde el título esta nota nos ilustra acerca de la ingenuidad de nuestro teórico de turno: “Mirar sin prejuicios” ¿Es que realmente hay alguien que pueda mirar sin alguna clase de pre-juicio? Sigamos.


(…)Cierran el quinteto de esta muestra dos historietistas e ilustradores porteños nacidos en 1975. Caro Chinasky y Ezequiel García. La primera, con pinturas de chicas modernas de ojos saltones (muy animé japonés) en diversas situaciones.


Ah! Bueno, esto sí que es original y digno de mención. Una chica de treinta y pico influenciada por el animé es algo nunca visto. Recuerdo que hace algún tiempo se dijo que ver animé había provocado convulsiones en algunos chicos…me pregunto ¿que efecto habrá provocado en la gente de treinta y pico ver tanto animé? ¿Tendrá cura?
Bueno, hasta acá tenemos una chica que juega con peluches y otra que no puede despegar del animé, pero todavía quedan un par de personajes interesantes.


García publicó el año pasado llegar a los 30, una novela gráfica de corte existencialista, psicologista y autobiográfico donde narra la crisis que le provocó cambiar de década.


¿Dónde la venden? No puedo esperar ni un minuto más para leerla. Llegar a los 30 parece ser un drama terrible, aunque algunos afirman que, en esta época equivale a lo que representaba llegar a los 18 algún tiempo atrás.
Sánchez continúa su profundísimo análisis describiéndonos una pintura de García titulada Súper-dios-héroe, y nos dice.


(…) “El Súper-dios-héroe, que parece sobrevolar por encima del caos tiene ojos por todo el cuerpo: en cada una de sus tres botas, en su cintura, en el nimbo estrellado, en su camiseta, y la cara toda es un único ojo. La imagen es un curioso caso de polioftalmia (muchos ojos), atributo de dioses como el Osiris egipcio, el griego Argos, o su equivalente hindú, la diosa Mahamayuri (gran pavo real) o el tibetano Dorjey Drolö”(…)


Mientras leía esta descripción de Julio S. se me ocurrió que comprarse una historieta debe ser mucho más barato que comprarle un cuadro a este muchacho. Es muy importante la aclaración que hace Sánchez de que “polioftalmia” significa “muchos ojos”; gracias, quién lo hubiera dicho. Y también se me ocurrió que el Súper-dios-héroe debe gastar un dineral en oculistas y anteojos de sol.
Ya vamos terminando y falta la frutilla del postre. Nos cuenta J. S. que en Praxis hay una muestra de Dani Dan (¿El hijo de Leo Dan?) , nacido en Buenos Aires en 1987, de formación ecléctica y mayormente autodidacta. Dani Dan –dice Sánchez- pinta desaforadamente todo lo que encuentra –será cuestión de no acercarse mucho ¿no?-.
Y aquí viene lo mejor. Transcribo:


(…)”Leyendo sus comentarios en la red se puede sospechar que fue un niño índigo, es decir que pertenece a una generación de seres humanos nacidos con un nivel de conciencia más evolucionada, que se delatan precisamente por el color índigo de su campo energético”(…)


¿Osho? ¿Chopra? ¿Susana Giménez? No, es Julio Sánchez. No debemos olvidar que Julio es discípulo del Swami Hablapavhada, autor del manual para la iluminación del crítico de arte, más conocido como el “Kuantapavhada Hablapavhada Sutra” por eso es que puede ver el campo energético de las personas cuando la visera de la gorra no le obstruye la visión. Luego el iluminado Shunimudra Sánchez nos informa que.

“No es raro entonces que su muestra se llame Complicidad cósmica. Su imagen es abigarrada y un claro ejemplo de lo que técnicamente se denomina “horror al vacío”. No hay un instante de sosiego”


A ver, Dani Dan sufre de Horror Vacui, y en su obra se ve que “no tiene un instante de sosiego.” Habrá sido un niño índigo, pero me parece que ahora le está haciendo falta un Valium.
Para terminar, J. S. nos dice que:

(…)”Tanto Dani Dan como los cinco artistas de la galería Del Infinito no tienen los condicionamientos que muchas veces se imponen desde lugares de prestigio, como becas o talleres de maestros. Lejos de ser una carencia, esto les permite expresarse con más libertad y sin la presión de las corrientes hegemónicas.”


Vamos Julito, que si esto estuviera más allá de las corrientes hegemónicas no estaría colgado en Praxis y Del infinito, y vos no escribirías ni una línea.

Oooooooooooooooooommmmmmmm………

Saludos.
El Pato Lucas













lunes, 12 de mayo de 2008

MURAKAMI, VUITTON, MARCUSE.

Murakami, Vuitton, Marcuse.

Hola a todos.

Estaba pensando por dónde empezar este texto que gira, como casi siempre, en torno a la relación entre arte y mercado, o entre arte y mercancía, o entre arte y capitalismo. Y creo que la mejor forma es transcribir algunas cosas que he leído últimamente en el orden en que las leí. Lo primero es una nota breve de Eduardo Villar en su columna pistas del suple Ñ del sábado 12 de abril de 2008. Se titula “La utopía del arte. EL MUNDO NUEVO DE MURAKAMI” y dice así:

“Muchos creen que es el Andy Warhol japonés, el artista que reinventó el pop y desdibujó el límite entre arte y negocio. Otros, que es un sinvergüenza alevoso. Y otros, que es las dos cosas a la vez. Inmune a esas discusiones, Takeshi Murakami disfruta su momento en la cresta de la ola. Inauguró en el Brooklyn Museum de Nueva York una retrospectiva con el provocativo nombre “©Murakami” y desató la polémica como semanas antes lo había hecho en Los Ángeles: el centro de su muestra es una serie de carteras que diseñó para la marca que le gusta a la presidenta Cristina Fernández: Louis Vuitton. Las carteras se venden allí mismo, en el museo, a precios que llegan a 6.000 dólares. Él dice, sin sonrojarse: “La tienda no es parte de la exposición, es el corazón de la exposición. En ella converge el concepto de readymade. El proyecto Louis Vuitton abre las puertas de un mundo nuevo”. ¿No es genial?


Empezando por el final, no entiendo cómo converge el concepto de readymade con las carteras que Murakami diseñó para L. V. Tal vez yo haya entendido mal pero si no me equivoco algo fundamental en el readymade es la “desfuncionalización” del objeto, los readymade no “sirven”, ejemplo claro, el mingitorio no puede ser usado como tal. Y la segunda condición es su “neutralidad” estética. Creo que es evidente que ninguna de estas dos condiciones se cumple en las costosas carteritas de Murakami-Vuitton. Y ¿Cuál es el mundo nuevo que abre el proyecto Vuitton? A mi me parece el mismo mundo de la mercancía, de la lógica del espectáculo y el consumo de siempre. Bueno, no creo que valga la pena explayarse más sobre este tema, la nota ya es bastante explícita, pero me interesa relacionarla con un fragmento del libro “La estética del siglo XX” de Mario Perniola donde en las páginas 52 a 55, hablando de Herbert Marcuse, dice:


“ (…) Marcuse, cuya filosofía obtiene su inspiración (…) de Marx y Freud. Estos dos son, efectivamente los autores cuya influencia ha significado un giro decisivo en la filosofía de la vida, haciéndola pasar de la metafísica a la política. Para Marx parece, de hecho, que lo contrario de la vida no es la muerte, ni lo inanimado, ni lo mecánico, sino la mercancía, ese “enigma”, ese “jeroglífico social”, esa “cosa sensiblemente suprasensible” que constituye una especie de doble falsificación., de envoltorio material del trabajo vivo o, mejor dicho, ese “fetiche” que aúna en sí los caracteres opuestos de abstracción y corporeidad. Análogamente, para Freud parece que lo contrario de la vida no es la muerte, ni lo inanimado, ni lo mecánico sino la realidad. Ha sido él quien ha sacado a la luz el antagonismo existente entre las pulsiones vitales, ancladas en un sistema inconsciente, esencialmente orientado hacia la satisfacción del placer, y las restricciones que a tales pulsiones impone la civilización, la cuál reprime todo lo que no está de acuerdo con lo externo. Partiendo de tales premisas, es posible llegar a ver en la vida la fuerza revolucionaria que combate contra la realidad del capitalismo y contra la opresión de las pulsiones sexuales: uniendo la lucha contra la sociedad burguesa a aquella contra la represión sexual, llegamos así a una especie de vitalismo, que considera la liberación de la energía biopsíquica como condición de la salud y la felicidad.
Ante tales simplificaciones, para las que la relación entre la vida y la experiencia estética parece totalmente olvidada, la estrategia teórica de Marcuse resulta mucho más articulada y refinada. Él, sobre todo, rompe el vínculo entre principio de realidad y capitalismo. La pretensión de la sociedad burguesa de presentarse como la única realidad, confinando al sueño, a la imaginación, y a la utopía toda manifestación más directa e inmediata de las pulsiones vitales, se revela como un movimiento completamente arbitrario e ilegítimo: tal pretensión se funda en una “represión adicional”, esto es, un plus de represión que no deriva de las necesidades de la lucha por la existencia, sino de la organización social capitalista.
(…) Marcuse redescubre aquí el significado originario de la palabra “estética”, entendida como conocimiento sensible, y considera el placer que acompaña el ejercicio de los sentidos como parte esencial de la experiencia estética; no obstante, distingue la “sensualidad” de la “sexualidad”, y propugna la transformación de esta última en Eros, es decir, auspicia un proceso de sublimación no represora, a través de la cual, la pulsión sexual, desplazada hacia una meta no sexual, auspicia la constitución de actividades y relaciones sociales duraderas, adecuadas para intensificar y ampliar la satisfacción individual.
La fuerza de la teoría de Marcuse radica en haber mostrado la posibilidad real de una vida posibilidad real de una vida astrado la posibilidad real de una vida aalternativa respecto al mundo mercantilista y a la sociealternativa respecto al mundo mercantilista y a la sociedad represora.
(…) En el libro La dimensión estética, Marcuse confirma el significado político de la experiencia estética: consiste en que ella nos introduce en un modo de sentir y de pensar alternativos respecto a una cotidianidad sometida por el dinero y el poder burocrático.


Bueno, hasta aquí Perniola. Espero que no les haya resultado muy extenso; me pareció necesario reproducir todo este fragmento aunque lo que realmente me importa está en los últimos cinco renglones, de donde se desprende la idea de que la experiencia estética es “lo otro del capitalismo”, una forma de experimentar el mundo completamente diferente de esta mediocre, adocenada y manipulada manera de ver y percibir nuestro entorno a la que nos tienen acostumbrados…pero claro está que el capitalismo jamás estimulara esa forma de ver. El problema, creo, es la decisión que tomamos nosotros como artistas frente a esta cuestión, qué pensamos acerca de lo que hacemos. ¿Consideramos a estos objetos que producimos algo más que mercancía? Está claro que Murakami –y unos cuantos más- ya se contestaron esa pregunta. Ustedes, los que son artistas ¿Ya lo hicieron? ¿Se preguntaron si esos objetos que producimos son como cualquier otro objeto o tienen algunas características que los convierten en diferentes? Yo siempre me hago la siguiente pregunta ¿Tendríamos arte si fuésemos inmortales? Estoy casi, casi seguro de que no. El arte –como la filosofía- , creo yo, está directamente ligado a nuestra condición mortal. Arte y filosofía, justamente las dos cosas que menos le interesan al capitalismo. -Porque, claro está, podemos decir que el arte nunca le ha interesado tanto al sistema como en nuestra época, pero supongo que no hace falta aclarar ¿o sí? que sólo le interesa porque lo ha convertido en un negocio hiperrmillonario, sobre todo en los llamados “países centrales”-, Si alguno sospecha que detrás de este planteo mío se oculta alguna idea metafísica, aclaro que no es así. No creo que el arte sea algo diferente porque esté ligado a alguna realidad suprasensible…creo, por el contrario que es diferente porque está ligado a cosas muy concretas, muy reales, a cosas vitales, a la vida, a la muerte, al erotismo. Duchamp decía que las únicas cosas serias eran la muerte y el erotismo. Sabemos bien que el capitalismo niega la muerte, por omisión, o por exceso, pero siempre la niega, y el erotismo…bueno el erotismo está explotado hasta el hartazgo, hasta que no queda nada de erotismo en eso que al final, es pura mercancía. Por eso suena interesante esa idea de Marcuse; la experiencia estética como herramienta política, como forma de ver el mundo de otra manera, como manera de ver ese mundo que siempre está allí, velado, obturado, disfrazado de simple mercancía por la lógica omnipresente del capitalismo globalizado.

Esta vez el Pato Lucas se puso serio, pero la próxima se calza los guantes para pegarle al crítico de turno…Ah! Claro, son impacientes, quieren saber de quién se trata…bueno, les doy algunas pistas, es un crítico joven…no, en realidad no es tan joven, lo que pasa es que no ha crecido mucho. Esta es buena: ha logrado trepar, quién sabe cómo, a las columnas de arte del diario que más se lee en barrio norte, -y en los barrios cerrados de Pilar también che-.


Hasta la próxima.
El Pato Lucas.