sábado, 23 de mayo de 2009

POSCRISIS, HORACIO ZABALA Y LOCUTORES QUE RECITAN A MARX.

Hola a todos.

El sábado 9 de mayo asistí a la presentación del libro “Poscrisis”, de Andrea Giunta sobre el arte argentino después de la crisis. En un par de oportunidades me sentí tentado a intervenir en la charla posterior a las presentaciones, pero preferí hacerlo por esta vía.
La muy prolífica autora dijo, respondiendo a alguna pregunta, que ya no había un marco de valoración para el arte, que la valoración de las obras de arte en términos de “buenas” o “malas”, era cosa del pasado, cuando la teoría modernista dominaba el campo de las artes visuales, y que ella prefería pensar cómo una obra funcionaba de acuerdo a determinados contextos, o cómo adquiría nuevos sentidos de acuerdo a nuevas situaciones epocales. Bien, sí, estoy de acuerdo en que la teoría modernista con Greenberg a la cabeza quedó desbordada e imposibilitada para explicar la proliferación de formas, lenguajes y soportes a partir del Pop, movimiento que Greenberg nunca pudo aceptar, ya que para él representaba un retroceso dentro del marco de su teoría lineal y progresiva. Pero lo que no se dijo en esta charla, y me parece que es más que evidente, es que sí hay un marco de valoración de las obras de arte, el único marco de valoración de casi todo en el mundo contemporáneo, y ese marco es el mercado. Es más, la palabra “mercado” no se escuchó ni una vez a lo largo de la presentación, lo cual me resultó muy extraño. Entre el público asistente se encontraba Orly Benzacar y creo que podemos considerar a su galería como un marco de valoración bastante importante ¿no?
Si no, le podemos preguntar a Marcelo Pombo, que estaba sentado a la diestra de Giunta en la mesa de presentación. Pombo es artista de la galería de la calle Florida y declaró hace no mucho tiempo que si no fuera por las imposturas del arte contemporáneo el no estaría en Ruth Benzacar sino vendiendo artesanías en Plaza Francia. Otro marco importante de valoración es la opinión de los críticos, hace poco, una crítica, tal vez un poco intoxicada, dijo que Pombo era Rembrandt. Todavía me sigue sorprendiendo que les paguen por escribir esas cosas. Nada más fácil que desligarse de la responsabilidad de juzgar la calidad de las obras que declarar una imposibilidad ligada al clima de época, y por otro lado valorar, a través de la inclusión en un libro, determinados nombres, por otra parte ya archiconocidos y posicionados.
Ya dije alguna vez que no soy un nostálgico, y que no pretendo volver atrás, a criterios de valoración caducos e insuficientes para el panorama actual de las artes visuales, pero lavándonos las manos en nombre de teorías contemporáneas, o eligiendo los mismos nombres de siempre, sólo eludimos la responsabilidad de plantarnos frente a la valoración del mercado, que supongo, podremos coincidir en que no es la más adecuada ni desinteresada. Pienso que este es otro debate que nos debemos, cómo dar valor más allá de la omnipresente lógica del mercado.
Otro tema que quedó flotando en la presentación de “Poscrisis” fue el del arte de los 90, la década infame del menemato. Y Giunta –con Pombo a su diestra- declaró estar en contra de las opiniones que relacionaban al arte del Rojas con el menemismo, porque la estructura de poder menemista no compraba eso. Y seguramente tiene razón, la estructura de poder menemista, compraba, -si es que compraba arte- a un mercachifle experto en “el arte de los argentinos” o invertía -se dice- algunos dineros sobrantes en importante galería de la Av. del Libertador. de acuerdo, pero ese argumento no es suficiente para desligar las estéticas del Rojas de la profunda banalización que sufrió la sociedad argentina durante ese período, y no está demás recordar la frase que el Rembrandt argentino, sentado como ya dije, a la diestra de Giunta, pronunció por aquellas épocas –cito de memoria: “No me interesa nada que suceda a más de medio metro de mi persona”, ni más ni menos que lo que pensaban los que por la misma época emigraban en masa hacia los countries, buscando aislarse de lo que sucedía en el país para vivir una vida paradisíaca gracias a la receta del neoliberalismo - en la versión ultraberreta y salvaje de Carlos 1º- que los beneficiaba a ellos mientras destruía el futuro de la mayoría de los argentinos. El problema de Rembrandt, perdón, de Pombo hoy, es que caminando por cualquier calle de Buenos Aires y a veces a menos de medio metro de su persona hay familias enteras revolviendo basura y gente durmiendo en las calles; paisaje posmenemista –porque si hablamos de “crisis”, o de “poscrisis” estamos eludiendo el verdadero nombre de la cosa.

Pero volviendo al tema de la valoración de las obras de arte, acabo de leer un breve texto de Horacio Zabala, de aparición reciente, titulado: “Marcel Duchamp y los restos del readymade”, texto que recomiendo por poseer dos cualidades a mi juicio fundamentales, brevedad y claridad. Voy a reproducir aquí algunos fragmentos significativos que se relacionan con mis comentarios previos acerca de la posibilidad o imposibilidad de valorar y del mercado como única instancia.

En la página 35 Zabala dice:

“Desde el readymade en adelante (al menos hasta la más inmediata actualidad del primer decenio del siglo XXI), para conferirle estatuto de obra de arte a un objeto, proceso o situación, a un proyecto, idea o señal, el artista debe contar con la aprobación (y complicidad tácita o explícita) de los críticos, historiadores, curadores, coleccionistas, administradores de centros culturales, fundaciones, galerías, medios de difusión y empresas patrocinantes. Obviamente, quienes aprueban el proyecto o la obra de un artista (que Dickie llama “candidato de apreciación") se encuentran en una situación inquietante: muchas son las obras e ideas que el ojo de la institución, del mercado y de la crítica de arte valoriza y legitima o desvaloriza e ignora. El museo que exhibe, los medios que difunden, los catálogos que clasifican, los textos teóricos que interpretan y los espectadores que contemplan, no sólo hacen aparecer el objeto en cuestión como obra de arte, sino que también hacen aparecer al sujeto que lo hace como artista.”

“El consenso o el disenso del mundo del arte a propósito de cualquier manifestación artística pierde sentido y peso cultural ante la vigencia del “todo vale”. Para Nelson Goodman la pregunta ¿qué es el arte? y sus incontables respuestas, que atraviesan la historia y en particular el arte del siglo XX, ya no son pertinentes. (…)Por lo tanto, el autor escribe que “(…) una cosa puede funcionar como obra de arte en ciertos momentos y no en otros. En los casos cruciales, la verdadera cuestión no es “¿cuáles objetos son (de manera permanente) obras de arte?” sino ¿cuándo un objeto es una obra de arte, o más brevemente, ¿cuándo hay arte?”.De esta manera, Goodman alude a los factores y circunstancias del contexto que permiten a un objeto cualquiera aparecer como una obra de arte. Pero su relativismo pasa por alto la reflexión crítica acerca de la intencionalidad y responsabilidad del artista (si bien la pregunta que comienza con “cuando” no niega ni se opone a las preguntas que comienzan con “qué” o “cómo”, sino que las enriquece)”

“Desde la difusión del concepto de readymade, la pregunta ¿qué es la obra de arte? no desapareció, sino que se ha extendido a las circunstancias de su producción, existencia, difusión y recepción. En 1947 Marcel Mauss afirmaba que ”(…)se estudiarán cuidadosamente todas las circunstancias que rodean a cada objeto a cada acontecimiento artístico: dónde, quién , cómo, para quién, por qué. Por definición, un objeto artístico es un objeto reconocido como tal por un grupo”

Yo agregaría aquí “por un grupo de poder”. Continúo con Zabala:

“Esta es una definición que excluye cualquier especulación acerca de la esencia, la verdad y los atributos formales del objeto artístico. Nada es en sí una obra de arte, pero cualquier obra humana puede asumir la identidad artística si un grupo la reconoce y enuncia como tal” (…)


Pag. 38: “Tanto Duchamp como Mauss afirman que cuando un objeto es contemplado y disfrutado, interpretado y nombrado, analizado y criticado como una obra de arte, el objeto es (o tiende a ser durante un cierto tiempo) una obra de arte. A partir de aquí surgen aspectos paradojales y nuevos interrogantes con respecto a los criterios de legitimación e las obras por las instituciones, el mercado y la situación socio-cultural particular del “mundo del arte”.

Bueno, y aquí vienen los últimos fragmentos que a mi juicio son más que interesantes:

Pag. 46. “(…) Para Arthur Danto, “(…) no hay obligaciones a priori relativas al aspecto de las obras de arte visuales, de manera que todo lo que aparece visible puede convertirse en una obra de arte visual. Esta posibilidad forma parte de lo que significa realmente vivir el fin de la historia del arte. Esto implicaría también el fin (entendido como consumación y agotamiento) de los criterios estéticos, y por consiguiente ,la imposibilidad de juzgar y evaluar. Si el arte nada impone ni excluye, sino que al contrario, todo expone e incluye, lo que gobierna es el principio indiscriminado del “todo vale” (recordemos que cuando en el lenguaje corriente se quiere expresar la ausencia de criterios que impiden la comprensión de las diferencias, se dice que “todo vale”. Esto significa que tienden a desaparecer la especificidad y la autonomía del arte, atributos que determinaron su existencia desde el Renacimiento en adelante. La ausencia de discriminación ,también puede ser interpretada como el resultado de la imposición que ejerce la irracionalidad de nuestra democracia de mercado donde “todo sirve por igual”. Así, las obras de arte (no sólo visuales) terminarán integrándose a la sociedad del espectáculo y del entretenimiento permanentes, como anticipara Guy Debord en 1967 y reactualizará en 1988”

(…) Hace muchos años que no es posible distinguir la obra de arte de la comunicación visual, la información, la publicidad o la moda. (…)

(…) Los espacios específicamente dedicados al arte, sin dejar de exhibir obras de arte (pensadas como arte) exhiben objetos, imágenes y situaciones que provienen de ámbitos no necesariamente creativos ni artísticos. Esto significa que se estimula y privilegia la mirada hedonista, distraída, conciliadora y ávida de novedades, puesta al día por la globalización y la esteticidad difusa. El resultado evidente es la neutralización de las singularidades e independencias, y en consecuencia, la generalización de la homogenización y la equivalencia. (…)

Pag. 47: (…) En estas condiciones, el arte ya no puede pretender identidad y dignidad cultural con respecto a la influencia o incluso a la hegemonía de otros dominios como el imperialismo mediático, el poder político y sus sistemas de control. Es pertinente que hoy nos preguntemos qué queda de las preguntas por el arte (qué, por qué, cómo, dónde, y cuándo), de qué manera todavía lo podemos pensar y sentir si pensamos y sentimos que las preguntas “no pertenecen al pasado” sino al presente”(…)

Bueno, está todo dicho, no tengo nada para comentar. Pero ya que hablamos de los restos del readymade, no sé si habrán visto el suple que sacó La Nación el sábado 16 de mayo enteramente dedicado a Arte BA, es decir, enteramente dedicado al mercado. En él se elogia muy especialmente al premio Petrobrás, allí se dice, entre otras cosas que este premio es “ el más reconocido y esperado dentro del circuito cultural contemporáneo, (páginas 10 y 11)”. Es verdad, yo no duermo esperando ese premio que viene a ser como el premio Turner del subdesarrollo, en fin, también nos adelantan algunas imágenes de los “proyectos” –ahora todo son proyectos- seleccionados este año, entre los cuáles se encuentra uno de Dolores Zorraquín (1984) titulado “Refugio” que consiste en “la construcción de una ballena de 6 x 150 x 120 m, rodeada de vestigios de otros animales quemados y de cenizas. (…) la ballena será la única forma reconocible y sobreviviente después de un incendio”
Bien, supongo que esta chica está influenciada por la famosa whale movie , “Salven a Willy”, lo cuál es irreprochable, a mí esa película me conmovió hasta las lágrimas, pero más allá de eso, en la foto que reproduce la obra –perdón, el proyecto- no está muy claro si lo que estamos viendo es una ballena o un sorete de perro gigante. Creo que Dolores tendría que visitar “Mundo Marino” . Bueno, habrá que verlo en vivo y en directo, tal vez sólo sea una cuestión de perspectiva. Pero el que más me impactó de todos estos “proyectos” es el de Bruno Dubner y Rodrigo Moreno (1978 y 1972) “Locutores profesionales leen El Capital de Karl Marx.” Durante las 56 horas que durará arte BA´09, tres locutores profesionales se alternarán sucesivamente para leer las 3366 páginas que componen la totalidad de El Capital de Karl Marx.
¡Este proyecto sí que es revolucionario! Estoy seguro de que todos los galeristas y coleccionistas se sentarán durante las 56 horas a escuchar El Capital y experimentarán una verdadera epifanía que transformará sus vidas.
No entiendo muy bien, ¿Esta obra pretende ser irónica? ¿Cínica? Yo creo que no llega a ser ninguna de esas cosas. Es simplemente una idea tonta y banal. Queda claro que en esta época cualquier pavada poco elaborada es considerada “arte conceptual”, cualquier “ideita” berreta alcanza la dignidad del concepto a falta de verdadera reflexión y pensamiento. Me pregunto si estas serán las mejores propuestas que recibe el jurado, si ese jurado finalmente dirá “ Y bueh…es lo que hay”, o si ellos mismos estarán un poco idiotizados por tanta teoría, y también me pregunto ¿Quién elije a los jurados? Quién sabe, lo cierto es que uno se pregunta –y ya son muchas preguntas- si estos jóvenes artistas son “artistas” o simplemente “jóvenes”. Yo, personalmente me quedo con Gilbert y George.

Hasta la próxima.
El Pato.

martes, 7 de abril de 2009

NUEVA FÁBRICA DE JÓVENES DE EXPORTACIÓN, ZAPATOS QUE NO APARECEN POR NINGÚN LADO Y CONSEJOS DE LEÓN FERRARI

El trabajo del artista es profundizar siempre el misterio.
Francis Bacon


Luis Jalffen, un amigo filósofo fallecido hace varios años, gustaba de contar una historia con moraleja. Se refería a un hombre muy humilde que vivía en un pueblo pequeño. Este hombre tenía un solo par de zapatos. Lo más normal del mundo era para él levantarse por la mañana y ponerse sus zapatos, que la noche anterior había dejado junto a su cama. Un día, el hombre se levanta y sus zapatos no están. Muy extrañado comienza a buscarlos por toda su casa. No los encuentra. Entonces sale descalzo a la calle y comienza a llamar a las puertas de sus vecinos para preguntarles si vieron sus zapatos. Todos responden que no. Nadie ha visto sus zapatos. Un verdadero misterio. Al poco tiempo todo el pueblo está hablando sobre los zapatos del hombre, conjeturando acerca de sus posibles destinos, acerca de la imposibilidad de su desaparición. Los zapatos desaparecidos son tema de conversación en los bares, en las tiendas, en la calle; pero los zapatos no aparecen nunca más. El hombre está irremediablemente descalzo.

Moraleja.

Cuando se habla mucho acerca de algo, es porque ya no existe.

Bien, este texto –como todos mis textos- es sobre arte, y por lo tanto ustedes ya deben haber captado el sentido de la moraleja que tiene un tufillo a Baudrillard, pensador con quien comparto varios puntos de vista. El epígrafe de Bacon me parece muy apropiado, no sólo porque acuerdo plenamente con su contenido, sino porque me pregunto a diario si el arte contemporáneo, (el arte de los jóvenes de exportación), cumple con esa función o más bien banaliza y disuelve toda posibilidad de misterio. En fin, este texto se refiere a una nueva usina de jóvenes de exportación: el flamante programa de arte de la universidad Di Tella – programa que no aparece como muy serio ni muy sólido, sino más bien, hecho a las apuradas para aprovechar el nuevo negocio del arte contemporáneo en la argentina y que además muestra una vez más la misma trenza de acuerdos de poder entre los nombres de siempre del mundillo del arte argentino- y a la relación de este programa con las (y ya van…) increíblemente obvias notas del suple ADN cultura del diario La Nación, aparecidas en su edición del sábado 7 de marzo de 2009. Ya en la portada del citado suplemento leemos acerca del contenido de sus notas principales “Enseñar arte”, dice, y allí mismo nos informan que:


“se quintuplicó el número de alumnos que buscan en los claustros académicos o en los circuitos informales profesionalizarse en el vasto, multidisciplinario, mutante y mestizo universo de las artes visuales. El boom global llegó a la Argentina (…)”

Yo creo que el único boom global que llegó a la Argentina es el boom de la crisis global y el resto son espejitos de colores y baratijas de esas que nos vienen vendiendo desde hace cinco siglos.

Bien, seguimos, porque lo más jugoso está en las notas escritas por Raquel San Martín y Alicia de Arteaga.

Comencemos por Alicia de Arteaga, que es la editora de arte del suple. Su columna en la página 2 se titula: “M’hijo el artista”.

Dice Arteaga en un fragmento muy significativo:

“(…) He visto crecer el fenómeno del aprendizaje de arte extramuros e intramuros gracias al aura de gurúes intocables como Nicholas Bourriaud, Catherine David, Ivo Mesquita, y Paulo Herkenhoff, que despertaron, junto con las teorías del filósofo estadounidense Arthur Danto, primero la curiosidad y luego la necesidad de una formación que cumpliera con los estándares internacionales (…)”

“Gurúes intocables”, que maravilla. Bueno, Nico Bourriaud será intocable aquí donde todo lo que viene de afuera es intocable, porque tengo entendido que en Francia recibió bastantes palos; en cuanto a Catherine David, tal vez ustedes recuerden que es esa teórica para la cual los artistas prácticamente no existen, sólo tienen entidad gracias a la palabra de los teóricos, sin ellos no somos nada. Arthur Danto es ese filósofo tan deliciosa, melosa, ingenuamente norteamericano con el cual nos vienen torturando desde hace varios años y que supongo Alicia de Arteaga habrá leído y comprendido de cabo a rabo, igual que a Nietzsche, Hegel, Benjamin, Adorno, Marx… sobre todo Marx…
Me pregunto por otra parte como conjugar la palabra estándares con la naturaleza del arte. ¿No será el arte algo muy alejado de cualquier estándar?
Mainstream, estándares internacionales, son conceptos que nos hablan muy claramente acerca de lo que tenemos que hacer para no quedar afuera de la historia, una historia que por supuesto, se escribe en otra parte, como siempre, y que aquí, en Argentina tiene sus centros de poder y difusión, sus fabricas de “Jóvenes de exportación”, como la beca Kuitca o como el nuevo programa de arte de la universidad Di Tella; también noté hace poco que en el edificio de la UADE sobre la calle Lima e Independencia, colocaron un gran cartel que dice “UADE Art Institute”, ¿Será para extranjeros, o sólo la ocurrencia de algún boludo?

Bueno continuemos porque lo que viene ahora no tiene desperdicio.

“Paralelamente, crecieron los talleres amateurs, las clínicas de obra, y las becas bien remuneradas, y se multiplicaron los cursos extracurriculares dictados por historiadores que usan zapatos de Prada y que comparten con la audiencia del nuevo coleccionismo, ansiosa por “saber de arte”, la degustación del último varietal de altura”


Bueno, estos no son los zapatos del hombre de la historia con moraleja, nadie pierde unos zapatos de Prada. Con sinceridad, me encantaría pensar que Arteaga está siendo irónica…pero sospecho que los zapatos de Prada y el último varietal de altura le interesan mucho más que el arte.
Otro fragmento:

“(…) Hoy, los padres burgueses alientan la carrera de “m’hijo el artista” y se enorgullecen del máster que harán en el Royal College de Londres o en el Bard de Nueva York (…)”

¿Que mejor prueba de la muerte del arte podría pedirse cuando los burgueses alientan la carrera de “m’hijo el artista”?
Para el final de su columna De Arteaga nos reserva un caramelo bastante indigerible.

“Como en todo fenómeno que se precie, siempre hay un disparador. La chispa se llamó Mark Rosenthal, un flaco de mirada profunda que llegó a fines de los años noventa para dictar un seminario de curaduría en el Fondo nacional de las Artes, organizado por la Fundación Proa. Con Adriana Rosenberg compartimos un largo café con Mark y su sabiduría. Era entonces curador del museo Guggenheim de Nueva York y conocía como nadie el poder y la gloria que un curator podía manejar en las aguas turbulentas del arte contemporáneo. El selecto grupo de alumnos que lo escuchó tomó debida nota de las enseñanzas del “profeta” llegado del Norte. De ese semillero salieron los curadores que hoy manejan proyectos bienales, muestras y carreras. (…)”

¿Más claro? Imposible. Los profetas siempre vienen del norte, como las recetas económicas y este vino a traer la receta para el arte del neoliberalismo, por eso, ese selecto grupo de alumnos que tomaron debida nota de las enseñanzas del profeta, hoy sostienen y promocionan un “arte joven” hecho de puro vacío y banalidad, justo a la medida de un sistema que produce exclusión social, miseria y dolor a escalas monumentales.

Bien, podemos pasar ahora a la nota de Raquel San Martín (Pág. 4) que comienza así:

“(…) Con la misma velocidad que en su momento detectó un futuro para las carreras de administración de empresas o las de comunicación, el mundo universitario local vio en el arte un “nicho”, según la jerga del marketing, con enormes posibilidades.”

Ya empezamos con la jerga del marketing, con lo cual queda claro que de arte no vamos a hablar ¿no? Pero bueno, el suple ADN ya nos tiene acostumbrados a eso, allí se habla de éxito y mercado más que de otra cosa.
Prometo no transcribir toda la nota sino sólo algunos párrafos significativos.
Y aquí va el primero:

“Como eco de una tendencia que ya tiene años en otros países, aquí se crean carreras, se publican libros y se abren posibilidades de investigación en todo aquello que acompaña y sostiene a los artistas, desde seleccionar y colgar sus obras hasta criticarlas y estudiarlas, pasando por promoverlas en el mercado. En ese sentido, el campo artístico –nunca como hoy una actividad colectiva- ha logrado la señal más clara de éxito: poder ser pensado como actividad profesional”

Chan, Chan…Habrán notado que en el segmento final aparecen dos palabras clave: éxito y profesional. (No voy a repetir lo que ya dije, pero quienes no lo hayan leído pueden entrar en: www.lucaspato.blogspot.com y leer uno de los envíos más recientes titulado “Artistas profesionales”)

Seguimos.

“Impulsado por un discurso político que atribuye a la cultura la capacidad de integrar socialmente y generar recursos, el arte se puso de moda. Y ya hay quienes alertan sobre la saturación de profesionales formados para un mercado local que, aún en expansión, tiene dimensiones modestas y una multiplicación de ofertas que no arriesgan demasiado desde el punto de vista intelectual”

Guau!! Hay que avisarle a los miles de familias que viven cartoneando y revolviendo basura por la ciudad de Buenos aires que la cultura tiene la capacidad de integrar socialmente, tal vez aún no se dieron cuenta. Subrayé muy especialmente la frase “el arte se puso de moda” porque, no sé ustedes, pero yo siempre he creído que la moda es casi lo más opuesto al arte que uno pueda imaginar, y por lo tanto si “el arte se puso de moda”, son muy malas noticias para el arte. Me gustó lo de la “multiplicación de ofertas que no arriesgan mucho desde el punto de vista intelectual”…aunque yo pondría “no arriesgan nada”.

No quiero extenderme más con las notas de ADN ni con el programa de la universidad DiTella –pueden consultarlo en Internet- que como ya dije, parece armado a las apuradas y sin mucha coherencia por lo cual queda claro que no es la formación lo determinante sino más bien lo que sucederá terminado el primer año, cuando seis de los alumnos del programa, los “mejorcitos”, los de exportación, sean seleccionados para pasar directamente a la beca Kuitca y otros seis entrarán por concurso y tendremos una nueva camada de artistas jóvenes producidos –palabra más que adecuada ya que se trata de productos- como pollos en la incubadora DiTella-Kuitca, que los madura rápidamente, pero los deja estériles; sus huevos… perdón…sus obras, estarán irremediablemente vacías.

Para terminar y por oposición a esta lógica del éxito rápido y las estrategias para producir jóvenes artistas que se amolden al “mainstream” y los “estándares internacionales”, quiero transcribir un fragmento de la entrevista de Laura Casanovas a León Ferrari, que publicó ADN cultura (al fin una buena) el sábado 21 de marzo de 2009, dónde León dice, entre otras cosas:


(…) En el arte hay que perseverar. Es lo que les digo a los jóvenes. Hay que ser paciente, trabajar, no fijarse en el mercado. (…)

Y luego, ante la pregunta: ¿El horizonte del artista tiene que ser el trabajo? Responde:

“No. Tiene que ser la renovación. Porque si uno se queda, corre el riesgo de repetir lo que tiene éxito y ahí se embroma. Uno se tiene que ganar la vida con otra cosa, si no, se deforma para vender. Durante treinta años me gané la vida haciendo otras cosas, y, mientras, me dedicaba también al arte” (…)

¿No será este un modelo más genuino a seguir y no el que nos impone el capitalismo globalizado con sus estándares internacionales a través de sus representantes locales? Sería bueno, creo yo con toda humildad, que los jóvenes artistas que tengan un pensamiento crítico, se planteen esta cuestión.

Para el próximo envío tengo reservada una joya: fragmentos de un libro que ya les recomendé anteriormente y que vuelvo a recomendarles. “LO CONTRARIO DE LA INFELICIDAD, promesas estéticas y mutaciones políticas en el arte actual” de José Fernández Vega, y lo que voy a transcribir, no casualmente, habla del afamado Instituto Di Tella…pero desde una perspectiva menos laudatoria…menos chupamedias bah.

Bueno, los dejo porque me estoy poniendo mis zapatos de Prada para ir con Alicia De Arteaga a degustar el último varietal de altura...si paga ella, claro.


Abrazos, besos y otras demostraciones efusivas.
El Pato Lucas.

lunes, 9 de febrero de 2009

JÓVENES DE EXPORTACIÓN

Hola a todos.

Nuevamente, una joya de la retórica me obliga a escribir sobre el suplemento ADN, algunos dirán que le estoy haciendo publicidad de tanto citar sus textos, pero les aseguro que no es así, el Pato Lucas no se vende….todavía. Parafraseando un chiste popular “patos sobran, lo que faltan son inversionistas”. La mencionada joya es la nota de Javier Villa –(sí, ustedes lo recuerdan, Villa es el fino humorista, autor de la entrevista a Daniela Luna oportunamente comentada)- publicada en el suple ADN del sábado 31 de enero de 2009, titulada “Jóvenes de exportación”. Debo comenzar por transcribir –como ya es habitual- algunos fragmentos de la nota.

Comienza Villa su nota diciendo: 

“Tal vez sea demasiado temprano para determinar con precisión por qué el arte argentino joven de los últimos años circula por espacios internacionales con mayor facilidad que en décadas pasadas”


Sí Javier, efectivamente es demasiado temprano para todo, tanto para hablar del verdadero valor de las chucherías de ocasión que producen muchos de estos jóvenes, como también para hacer un análisis de los motivos que originan el fenómeno. 

Villa no piensa lo mismo y aventura:

“Se podría arriesgar varias causas, tanto globales como locales, para justificar el fenómeno. Incluso estas causas podrían ser distintos peldaños interconectados que forman una escalera precaria hacia el centro”


Ahhh!! El centro, el centro…yo me pregunto: si lo “global” tiene un “centro” ¿Sigue siendo global? ¿No será más bien “Imperial”? 
Bueno, en fin, sigamos.

“Por ejemplo: mayor rapidez y menor costo en la transmisión de la información; popularización universal del sistema de residencias para artistas extranjeros;”

Claro, artistas extranjeros que quieran ir a aprender cómo hacer un arte igualito, igualito al que quieren en “el centro”.
Y sigue Villa:

“pequeñas modas fugaces de lo periférico y que sirven de alimento estético e ideológico para el centro y son baratijas para el coleccionismo global”

Esa me gustó Javier, aunque la dejás picando, deberías profundizar un poco más en ese argumento ¿O lo de las baratijas fue un fallido?

“Un programa de educación artística local muy influyente dirigido por Guillermo Kuitca (artista que realmente supo internacionalizarse)


Bueno, local, lo que se dice local no era salvo porque se hacía acá, porque ideológicamente era un programa “del centro”, es allí dónde la mayoría de estos jóvenes aprendieron a hacer sus baratijas a gusto del “coleccionismo global”, ¿no?
Sigue:

“curadores argentinos del nuevo milenio que se profesionalizaron en programas de crítica y curaduría en el exterior y cosecharon buenos contactos con instituciones y agentes; iniciativas de redes globales e incentivos de perfeccionamiento foráneo como los de Trama y Antorchas; una feria de galerías que sedujo de a poco al visitante mainstream, ya sea teórico, artista o galerista”


Bueno, aquí tenemos bastante material. Todo suena a un sistema cerrado de influencias y relaciones pero la clave es la formación y el perfeccionamiento en el exterior de críticos y artistas, o bien en programas locales que reproducen la lógica del centro.
Continúa:

“galerías que comenzaron a invertir en parcelas de ferias internacionales; adolescentes que, mientras eran influenciados por unos años noventa domésticos en los espacios porteños, recorrían el mundo a través de Internet, consumían a Mike Kelley, Rirkrit Tiravanija, Olafur Eliasson, Illya Kabakov y los hermanos Chapman, entre otros, y se empapaban de teorías relacionales, discursos sobre redes, apropiaciones, remixes y etcéteras.”

¡Qué parrafito Villa! Bien, nuevamente lo que queda claro es que hay que nutrirse de lo que sucede afuera y yo creo que muchos de estos chicos más que empaparse se ahogaron en esas teorías y la verdad es que lo de los hermanos Chapman me suena raro porque si alguno de estos jóvenes de exportación se hubiera nutrido de ellos al menos sus obras serían un poco perturbadoras, cosa que claramente no sucede.
Seguimos:

“Es cierto que pueden existir varios argumentos más, pero el objetivo de este artículo no es presentar un ensayo de época, si no atemperar con pocos ejemplos un deseo de información que pocas veces se ve satisfecho: saber qué están haciendo los chicos cuando se van de casa.”


Buenísimo, este final es buenísimo. Claro que existen varios argumentos más, justamente esos que Villa no explicita pero que pueden leerse claramente entre líneas. 
Fíjense como en muy pocas líneas Villa nos muestra cómo el arte contemporáneo argentino no es más que una mísera prolongación de lo que hacen y dicen que debe hacerse los artistas y críticos del “centro”, cómo nuestros jóvenes deben ajustarse a esos parámetros para insertarse en el “mainstream”. Ya lo dijimos en alguna oportunidad, el mainstream es esa “corriente principal” (la del arte contemporáneo globalizado) en donde se disuelven todas las identidades, especialmente las de estos jóvenes, que en realidad nunca tuvieron una identidad, pues desde su más tierna adolescencia fueron formados por teorías y prácticas del exterior. Y Villa nos cuenta todo esto con orgullo. ¿No es un poco vergonzosa esta dependencia? ¿No muestra con claridad que seguimos siendo provincianos, dependientes, incapaces de producir otra cosa que no sea lo que nuestros “padres” del “centro” nos dicen que debemos hacer? En cuanto a la intención de J.V. de “atemperar un deseo de información que pocas veces se ve satisfecho: saber qué están haciendo los chicos cuando se van de casa” ¿A quién se refiere? ¿A los padres de estos chicos? ¿Quién más reclama esa información? Además, los mayores sabemos que cuando los chicos se van de casa, muchas veces hacen boludeces, y no es cuestión de andar festejándoles todo lo que hacen ¿no?
Pero ahora viene lo mejor pues Villa nos cuenta quiénes son estos seis jóvenes que está promocionando con su nota, nos habla un poco de cada uno de ellos, incluye una foto (de ellos y de algunas de sus obras). Decidí tomar sólo a dos porque me parecen emblemáticos de cómo la retórica construye castillos en el aire, o es capaz de dar forma a algo que no la tiene. Estos dos jóvenes son Miguel Mitlag y Luciana Lamothe, uno viene –por supuesto- de la beca Kuitca y la otra –por supuesto- de currículum 0 (R. Benzacar) y del Rojas. 
Nos cuenta Villa que la obra de Mitlag se llama “”Holiay” e incluye un fragmento en el cuál se ven un montón de puntitos de colores sobre un fondo presumiblemente blanco.


Villa explica: 

Entre fines de 2007 y principios de 2008 vivió en Berlín. Allí desarrolló Holiay: “Una especie de polifonía fértil e imperfecta, de grito primitivo, hallazgo artístico y vacaciones”


¿No es maravillosa la retórica? Pero siempre, siempre, aún en la construcción más delirante hay algo de verdad, y en este caso es cuando dice “vacaciones”.
Luego J. V. nos explica que el proyecto se exhibió en Berlín en la Galerie Koal: 

“donde Mitlag presentó prototipos de elementos genéricos alterados en su escala: una bolsa de plástico de 3,8 x 2,3 m colgada del techo, una caja de zapatillas Adidas en escala 10 a 1 (casi una pequeña pileta), un rollo de alfombra que sobresale de una base inclinada y un fondo mural de etiquetas autoadhesivas en cuatro colores pegadas sobre la pared con un patrón formal que producía un movimiento óptico al actuar sobre las piezas escultóricas más estáticas. De este modo, Mitlag reacomodó y modificó la sensación espacial y buscó atravesar esos objetos cotidianos para que brotara su singularidad formal, constructiva e ideológica, con diferentes usos y cargas simbólicas según la ciudad habitada.”

Imaginen la profunda revelación experimentada por los espectadores de la obra de Mitlag al percibir por primera vez en sus vidas la singularidad formal e ideológica de una caja de zapatilla Adidas, debe haber sido algo parecido al Satori descubrir que una caja de zapatillas es un rectángulo con cuatro paredes y una tapa…ahora, a mí el problema ideológico de la caja se me escapa, y de la bolsa de plástico ni hablar, pero tal vez con el tiempo llegue a entender el profundo significado de la obra de Mitlag. Hablando de cambios de escala, recordé la obra del artista alemán Ron Mueck y recuerdo particularmente una de sus trabajos que más me impactaron.


“Papá muerto”, el cuerpo de su padre muerto, absolutamente realista, que recuerda al “Cristo muerto” de Holbein, y donde Mueck trabajó hasta las uñas partidas de los pies y cada poro y cada pelo en forma implacable, pero lo terriblemente perturbador es la escala ya que la figura mide un metro con veinte centímetros. Mueck juega siempre con la escala que a veces es desmesuradamente grande y a veces muy pequeña pero siempre impactante y perturbadora. Por favor, no piensen que traje el ejemplo de Mueck para establecer algún tipo de comparación con la obra de nuestro joven de exportación…no pensarán eso de mí, la obra de Mitlag me parece realmente profunda, perturbadora y desestabilizante, sin ir más lejos, esta mañana me costó mucho sacar mis zapatillas de su caja, una sensación de extrañeza me embargó por completo y descubrí que mi vida no será igual luego de haber comprendido el mensaje de Mitlag.  
Démosle nuevamente la palabra a Javier Villa que nos contará algo acerca de la obra de Luciana Lamothe.

“En 2008 representó a la Argentina en la Bienal de Berlín. Allí realizó Steelkill, un proyecto específico inspirado en el desmantelamiento del Palacio de la República, edificio comunista de acero y vidrio cuya estructura contenía un aislante altamente tóxico. El trabajo aborda la dialéctica destrucción-construcción, al desenfocar los límites de este binomio frente a una situación espacial dada y fusionar discursos sobre la arquitectura institucional, la instalación escultórica, y la performance.
El edificio estaba siendo desmontado por maquinaria que en general se utiliza para la construcción; el esqueleto quedaba a la vista mientras que cada parte era guardada en un depósito, lo que permitía una hipotética reconstrucción con los mismos materiales. La artista desarrolló un cartel de estilo publicitario con una estructura de andamios, donde colocó una foto del edificio con una frase invertida (“Cortarte todo”) que hacía referencia a la posibilidad de lo reversible y lo irreversible.”


Bueno, tenemos una obra que nos representa en la bienal de Berlín, titulada Steelkill título que no deja dudas acerca de la identidad de la artista, la obra es un cartel con un texto invertido –cortarte todo- que según Villa hace referencia a la posibilidad de lo reversible y lo irreversible….no entendí. No importa. Lo que me parece muy claro es que la obra revela muy claramente la falta de identidad de la artista que es un reflejo de la formación recibida. La obra es irreversiblemente banal porque se revela sólo como una estrategia para insertarse en el “mainstream”, porque lo único que realmente aprenden estos chicos son estrategias para el éxito, de eso se trata todo. ¿Se preguntarán en Alemania cómo es que a una artista argentina le interesa el desmantelamiento de un viejo edificio comunista? Párrafo aparte merece la retórica hueca de Villa. “El trabajo aborda la dialéctica destrucción-construcción al desenfocar los límites de ese binomio frente a una situación espacial dada y fusionar discursos sobre la arquitectura, la instalación escultórica y la performance”. Todo este palabrerío es imprescindible para sustentar algo que es mera estrategia vacía. La obra no está.

Para terminar y como frutilla del postre está la foto de los artistas jóvenes y es especialmente interesante la de Mitlag que con su barba crecida, anteojos negros y una coctelera en la mano parece decirnos que sigue de vacaciones, o tal vez que por la noche trabaja de barman, quién sabe.

Yo me pregunto, ya que exportamos a estos seis, no podríamos importar algo mejor a cambio…¿Ron Mueck? No, es mucho pedir.

Hasta la próxima.
El Pato Lucas