No, el Pato Lucas no estaba de vacaciones. En realidad estaba más ocupado que nunca, por eso es que hace mucho que no reciben mis envíos que espero, hayan extrañado…aunque supongo que unos cuantos no me extrañan nada.
Pasemos a los temas del día.
Escuché hace poco en el noticiero que Bill Clinton llama a votar por Obama porque encarna el sueño americano. Me dio un poco de miedo, porque todos sabemos que el sueño americano ha sido siempre la pesadilla del resto del planeta. Hace no mucho tiempo leí una nota de Naomi Klein donde contaba que Obama ya se ha ocupado de tranquilizar a los mercados, sus asesores son, más o menos, los mismos “Chicago boys” de siempre. Así que, en realidad, más allá de lo que opinen algunos de mis amigos progresistas, yo creo que nada cambiará. Obama es el hombre ideal para este momento, porque viene a garantizar que nada cambie, cambiando algunas cosas superficiales, como por ejemplo el color de la piel del presidente de los Estados Unidos, pero seguramente, no la política económica, o el proyecto del país del norte para el resto de la humanidad; Obama seguirá encarnando el “destino manifiesto” en el que pensaron los padres fundadores de la nación (norte) americana. Nosotros lo conocemos con otro nombre: “imperialismo”…aunque ahora también lo llamen “globalización”. Me extraña mucho escuchar a gente inteligente decir que la llegada de Obama al poder –si es que llega- representará un cambio trascendente. Sinceramente a mi no me interesa el color de la piel o el sexo de un presidente de los EE.UU sino más bien qué es lo que está dispuesto a hacer con la política económica y con las relaciones exteriores. Obama no viene a cambiar nada sustancial. Algunos de mis lectores van a decir que soy taxativo….tienen razón.
Pasemos al siguiente tema. Estoy leyendo un libro maravilloso –si les gusta la literatura-de Enrique Vila Matas, “Bartleby y compañía”, es una novela en forma de diario en la que el protagonista habla acerca de la pulsión negativa o atracción por la nada en la literatura, hablando de escritores verdaderos o creando otros tan ficticios como sus escritos y anécdotas. Un texto muy disfrutable, por momentos irónico y crítico. Quiero transcribir un fragmento sobre Oscar Wilde. En la Página 116 dice así:
“Siempre fue una vieja aspiración de Oscar Wilde, expresada en El crítico artista, “no hacer absolutamente nada, que es la cosa más difícil del mundo, la más difícil y la más intelectual”
En París, en los dos últimos años de su vida, gracias nada menos que a sentirse aniquilado moralmente, pudo hacer realidad su vieja aspiración de no hacer nada. Porque, en los dos últimos años de su vida, Wilde no escribió, decidió dejar de hacerlo para siempre, conocer otros placeres, conocer la sabia alegría de no hacer nada, dedicarse a la extrema vagancia y al ajenjo. El hombre que había dicho que “el trabajo es la maldición de las clases bebedoras” huyó de la literatura como de la peste y se dedicó a pasear, beber, y en muchas ocasiones, a la contemplación dura y pura.
“Para Platón y Aristóteles –había escrito-, la inactividad total siempre fue la más noble forma de energía. Para las personas de la más alta cultura, la contemplación siempre ha sido la única ocupación adecuada al hombre”.
También había dicho que “el elegido vive para no hacer nada” y así fue como vivió sus dos últimos años de vida. A veces recibía la visita de su fiel amigo Frank Harris –su futuro biógrafo-, que, asombrado ante la actitud de absoluta vagancia de Wilde, solía comentarle siempre lo mismo:
- Ya veo que sigues sin dar golpe…
Una tarde, Wilde le contestó:
- Es que la laboriosidad es el germen de toda fealdad, pero no he dejado de tener ideas y, es más, si quieres te vendo una.
Por cincuenta libras le vendió aquella tarde a Harris el esquema y el argumento de una comedia que este rápidamente escribió y, también muy velozmente, con el título de Mr. And Mrs. Daventry estrenó en el Royalty Theatre de Londres, un 25 de octubre de 1900, apenas un mes antes de la muerte de Wilde en su cuartucho del Hotel d’Alsace de París. (…)
Cincuenta años después de su muerte, por esas mismas calles del Quartier Latin que él había recorrido con extrema vagancia en su radical abandono de la literatura, aparecía en un muro a cien metros del Hotel D’Alsace, el primer signo de vida del movimiento radical del situacionismo (…)
Ese primer signo de vida situacionista fue pintada, a cien metros del Hotel D’Alsace. Se ha dicho que pudo ser un homenaje a Wilde. La pintada, escrita (…) al dictado de Guy Debord, decía así: “No trabajéis nunca.”
Fin de la transcripción.
Me encantó este fragmento y se me ocurre que Wilde fue un artista conceptual mucho antes de la aparición del conceptualismo. ¿No es acaso “la idea” lo único que cuenta en el arte conceptual? Wilde no hacía nada en esos años, sólo tenía ideas, y además las vendía. Este texto me ha convencido de convertirme de una vez por todas en un artista conceptual hecho y derecho. Tengo muchas ideas, y están todas en venta, así que hagan sus ofertas.
Bien, no se si lo que sigue es técnicamente un mea culpa, creo que no, porque en realidad no me siento culpable de nada, pero sí quisiera aclarar algunas cosas.
Desde estas páginas y en reiteradas ocasiones he criticado duramente, a veces seriamente, otras en forma irónica y un tanto despiadada a varios personajes de nuestro medio cultural y artístico. Lo primero que debo decir con respecto a esto es que siempre he intentado tantear los límites de lo políticamente correcto en nuestro pacato y francamente hipócrita mundillo del arte argentino. De hecho he recibido muchas críticas por esta práctica, pero también, mucha gente me ha dicho que yo expresaba lo que una gran mayoría pensaba pero no se animaba a decir. Claro que algunos han considerado que es muy fácil hacer lo que yo hago amparándose en el anonimato; a esos les he contestado que tengan paciencia pues ya sabrán todos quién escribe estos textos. Lo segundo que quiero decir es que no tengo ninguna cuestión personal con Jorge López Anaya, Daniel Molina, Julio Sánchez, Guillermo Iuso, Alejandro Rozitchner – que es el elegido para mi próximo texto-, Daniela Luna, y algunos más que han desfilado por estas páginas. Hasta podría decir que tengo un cierto afecto por alguno de ellos. Mis diferencias son conceptuales e ideológicas. Me da lo mismo quién firma una nota, lo que me molesta es el universo ideológico que comparten los citados, su visión del mundo, el uso que hacen de ese espacio de poder que se les ha otorgado, su claro interés por banalizar todo, por aplastar toda reflexión, por vendernos pescado podrido, por darnos a comer mierda disfrazada de cultura.
Si en forma oblicua mis textos han ofendido la sensibilidad de algunos otros que han llegado inclusive a decirme que no querían recibirlos más, o de algunos que han reaccionado en forma corporativa, a esos les digo que no era mi intención lesionar sus sensibilidades pero que, lamentablemente, no se puede quedar bien con todo el mundo.
Espero que un día, despejada la incógnita de mi identidad, podamos tener alguna clase de debate acerca de algunas cuestiones que dividen a nuestro ambiente, en el cuál ya nadie discute nada excepto si se vendió o no en arte BA. Claro que no podremos esperar que el llamado al debate provenga de los lugares de poder desde los cuales se nos lava el cerebro.
He dicho.
Saludos y hasta la próxima.
El Pato Lucas.
Pasemos a los temas del día.
Escuché hace poco en el noticiero que Bill Clinton llama a votar por Obama porque encarna el sueño americano. Me dio un poco de miedo, porque todos sabemos que el sueño americano ha sido siempre la pesadilla del resto del planeta. Hace no mucho tiempo leí una nota de Naomi Klein donde contaba que Obama ya se ha ocupado de tranquilizar a los mercados, sus asesores son, más o menos, los mismos “Chicago boys” de siempre. Así que, en realidad, más allá de lo que opinen algunos de mis amigos progresistas, yo creo que nada cambiará. Obama es el hombre ideal para este momento, porque viene a garantizar que nada cambie, cambiando algunas cosas superficiales, como por ejemplo el color de la piel del presidente de los Estados Unidos, pero seguramente, no la política económica, o el proyecto del país del norte para el resto de la humanidad; Obama seguirá encarnando el “destino manifiesto” en el que pensaron los padres fundadores de la nación (norte) americana. Nosotros lo conocemos con otro nombre: “imperialismo”…aunque ahora también lo llamen “globalización”. Me extraña mucho escuchar a gente inteligente decir que la llegada de Obama al poder –si es que llega- representará un cambio trascendente. Sinceramente a mi no me interesa el color de la piel o el sexo de un presidente de los EE.UU sino más bien qué es lo que está dispuesto a hacer con la política económica y con las relaciones exteriores. Obama no viene a cambiar nada sustancial. Algunos de mis lectores van a decir que soy taxativo….tienen razón.
Pasemos al siguiente tema. Estoy leyendo un libro maravilloso –si les gusta la literatura-de Enrique Vila Matas, “Bartleby y compañía”, es una novela en forma de diario en la que el protagonista habla acerca de la pulsión negativa o atracción por la nada en la literatura, hablando de escritores verdaderos o creando otros tan ficticios como sus escritos y anécdotas. Un texto muy disfrutable, por momentos irónico y crítico. Quiero transcribir un fragmento sobre Oscar Wilde. En la Página 116 dice así:
“Siempre fue una vieja aspiración de Oscar Wilde, expresada en El crítico artista, “no hacer absolutamente nada, que es la cosa más difícil del mundo, la más difícil y la más intelectual”
En París, en los dos últimos años de su vida, gracias nada menos que a sentirse aniquilado moralmente, pudo hacer realidad su vieja aspiración de no hacer nada. Porque, en los dos últimos años de su vida, Wilde no escribió, decidió dejar de hacerlo para siempre, conocer otros placeres, conocer la sabia alegría de no hacer nada, dedicarse a la extrema vagancia y al ajenjo. El hombre que había dicho que “el trabajo es la maldición de las clases bebedoras” huyó de la literatura como de la peste y se dedicó a pasear, beber, y en muchas ocasiones, a la contemplación dura y pura.
“Para Platón y Aristóteles –había escrito-, la inactividad total siempre fue la más noble forma de energía. Para las personas de la más alta cultura, la contemplación siempre ha sido la única ocupación adecuada al hombre”.
También había dicho que “el elegido vive para no hacer nada” y así fue como vivió sus dos últimos años de vida. A veces recibía la visita de su fiel amigo Frank Harris –su futuro biógrafo-, que, asombrado ante la actitud de absoluta vagancia de Wilde, solía comentarle siempre lo mismo:
- Ya veo que sigues sin dar golpe…
Una tarde, Wilde le contestó:
- Es que la laboriosidad es el germen de toda fealdad, pero no he dejado de tener ideas y, es más, si quieres te vendo una.
Por cincuenta libras le vendió aquella tarde a Harris el esquema y el argumento de una comedia que este rápidamente escribió y, también muy velozmente, con el título de Mr. And Mrs. Daventry estrenó en el Royalty Theatre de Londres, un 25 de octubre de 1900, apenas un mes antes de la muerte de Wilde en su cuartucho del Hotel d’Alsace de París. (…)
Cincuenta años después de su muerte, por esas mismas calles del Quartier Latin que él había recorrido con extrema vagancia en su radical abandono de la literatura, aparecía en un muro a cien metros del Hotel D’Alsace, el primer signo de vida del movimiento radical del situacionismo (…)
Ese primer signo de vida situacionista fue pintada, a cien metros del Hotel D’Alsace. Se ha dicho que pudo ser un homenaje a Wilde. La pintada, escrita (…) al dictado de Guy Debord, decía así: “No trabajéis nunca.”
Fin de la transcripción.
Me encantó este fragmento y se me ocurre que Wilde fue un artista conceptual mucho antes de la aparición del conceptualismo. ¿No es acaso “la idea” lo único que cuenta en el arte conceptual? Wilde no hacía nada en esos años, sólo tenía ideas, y además las vendía. Este texto me ha convencido de convertirme de una vez por todas en un artista conceptual hecho y derecho. Tengo muchas ideas, y están todas en venta, así que hagan sus ofertas.
Bien, no se si lo que sigue es técnicamente un mea culpa, creo que no, porque en realidad no me siento culpable de nada, pero sí quisiera aclarar algunas cosas.
Desde estas páginas y en reiteradas ocasiones he criticado duramente, a veces seriamente, otras en forma irónica y un tanto despiadada a varios personajes de nuestro medio cultural y artístico. Lo primero que debo decir con respecto a esto es que siempre he intentado tantear los límites de lo políticamente correcto en nuestro pacato y francamente hipócrita mundillo del arte argentino. De hecho he recibido muchas críticas por esta práctica, pero también, mucha gente me ha dicho que yo expresaba lo que una gran mayoría pensaba pero no se animaba a decir. Claro que algunos han considerado que es muy fácil hacer lo que yo hago amparándose en el anonimato; a esos les he contestado que tengan paciencia pues ya sabrán todos quién escribe estos textos. Lo segundo que quiero decir es que no tengo ninguna cuestión personal con Jorge López Anaya, Daniel Molina, Julio Sánchez, Guillermo Iuso, Alejandro Rozitchner – que es el elegido para mi próximo texto-, Daniela Luna, y algunos más que han desfilado por estas páginas. Hasta podría decir que tengo un cierto afecto por alguno de ellos. Mis diferencias son conceptuales e ideológicas. Me da lo mismo quién firma una nota, lo que me molesta es el universo ideológico que comparten los citados, su visión del mundo, el uso que hacen de ese espacio de poder que se les ha otorgado, su claro interés por banalizar todo, por aplastar toda reflexión, por vendernos pescado podrido, por darnos a comer mierda disfrazada de cultura.
Si en forma oblicua mis textos han ofendido la sensibilidad de algunos otros que han llegado inclusive a decirme que no querían recibirlos más, o de algunos que han reaccionado en forma corporativa, a esos les digo que no era mi intención lesionar sus sensibilidades pero que, lamentablemente, no se puede quedar bien con todo el mundo.
Espero que un día, despejada la incógnita de mi identidad, podamos tener alguna clase de debate acerca de algunas cuestiones que dividen a nuestro ambiente, en el cuál ya nadie discute nada excepto si se vendió o no en arte BA. Claro que no podremos esperar que el llamado al debate provenga de los lugares de poder desde los cuales se nos lava el cerebro.
He dicho.
Saludos y hasta la próxima.
El Pato Lucas.
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