El trabajo del artista es profundizar siempre el misterio.
Francis Bacon
Luis Jalffen, un amigo filósofo fallecido hace varios años, gustaba de contar una historia con moraleja. Se refería a un hombre muy humilde que vivía en un pueblo pequeño. Este hombre tenía un solo par de zapatos. Lo más normal del mundo era para él levantarse por la mañana y ponerse sus zapatos, que la noche anterior había dejado junto a su cama. Un día, el hombre se levanta y sus zapatos no están. Muy extrañado comienza a buscarlos por toda su casa. No los encuentra. Entonces sale descalzo a la calle y comienza a llamar a las puertas de sus vecinos para preguntarles si vieron sus zapatos. Todos responden que no. Nadie ha visto sus zapatos. Un verdadero misterio. Al poco tiempo todo el pueblo está hablando sobre los zapatos del hombre, conjeturando acerca de sus posibles destinos, acerca de la imposibilidad de su desaparición. Los zapatos desaparecidos son tema de conversación en los bares, en las tiendas, en la calle; pero los zapatos no aparecen nunca más. El hombre está irremediablemente descalzo.
Moraleja.
Cuando se habla mucho acerca de algo, es porque ya no existe.
Bien, este texto –como todos mis textos- es sobre arte, y por lo tanto ustedes ya deben haber captado el sentido de la moraleja que tiene un tufillo a Baudrillard, pensador con quien comparto varios puntos de vista. El epígrafe de Bacon me parece muy apropiado, no sólo porque acuerdo plenamente con su contenido, sino porque me pregunto a diario si el arte contemporáneo, (el arte de los jóvenes de exportación), cumple con esa función o más bien banaliza y disuelve toda posibilidad de misterio. En fin, este texto se refiere a una nueva usina de jóvenes de exportación: el flamante programa de arte de la universidad Di Tella – programa que no aparece como muy serio ni muy sólido, sino más bien, hecho a las apuradas para aprovechar el nuevo negocio del arte contemporáneo en la argentina y que además muestra una vez más la misma trenza de acuerdos de poder entre los nombres de siempre del mundillo del arte argentino- y a la relación de este programa con las (y ya van…) increíblemente obvias notas del suple ADN cultura del diario La Nación, aparecidas en su edición del sábado 7 de marzo de 2009. Ya en la portada del citado suplemento leemos acerca del contenido de sus notas principales “Enseñar arte”, dice, y allí mismo nos informan que:
“se quintuplicó el número de alumnos que buscan en los claustros académicos o en los circuitos informales profesionalizarse en el vasto, multidisciplinario, mutante y mestizo universo de las artes visuales. El boom global llegó a la Argentina (…)”
Yo creo que el único boom global que llegó a la Argentina es el boom de la crisis global y el resto son espejitos de colores y baratijas de esas que nos vienen vendiendo desde hace cinco siglos.
Bien, seguimos, porque lo más jugoso está en las notas escritas por Raquel San Martín y Alicia de Arteaga.
Comencemos por Alicia de Arteaga, que es la editora de arte del suple. Su columna en la página 2 se titula: “M’hijo el artista”.
Dice Arteaga en un fragmento muy significativo:
“(…) He visto crecer el fenómeno del aprendizaje de arte extramuros e intramuros gracias al aura de gurúes intocables como Nicholas Bourriaud, Catherine David, Ivo Mesquita, y Paulo Herkenhoff, que despertaron, junto con las teorías del filósofo estadounidense Arthur Danto, primero la curiosidad y luego la necesidad de una formación que cumpliera con los estándares internacionales (…)”
“Gurúes intocables”, que maravilla. Bueno, Nico Bourriaud será intocable aquí donde todo lo que viene de afuera es intocable, porque tengo entendido que en Francia recibió bastantes palos; en cuanto a Catherine David, tal vez ustedes recuerden que es esa teórica para la cual los artistas prácticamente no existen, sólo tienen entidad gracias a la palabra de los teóricos, sin ellos no somos nada. Arthur Danto es ese filósofo tan deliciosa, melosa, ingenuamente norteamericano con el cual nos vienen torturando desde hace varios años y que supongo Alicia de Arteaga habrá leído y comprendido de cabo a rabo, igual que a Nietzsche, Hegel, Benjamin, Adorno, Marx… sobre todo Marx…
Me pregunto por otra parte como conjugar la palabra estándares con la naturaleza del arte. ¿No será el arte algo muy alejado de cualquier estándar?
Mainstream, estándares internacionales, son conceptos que nos hablan muy claramente acerca de lo que tenemos que hacer para no quedar afuera de la historia, una historia que por supuesto, se escribe en otra parte, como siempre, y que aquí, en Argentina tiene sus centros de poder y difusión, sus fabricas de “Jóvenes de exportación”, como la beca Kuitca o como el nuevo programa de arte de la universidad Di Tella; también noté hace poco que en el edificio de la UADE sobre la calle Lima e Independencia, colocaron un gran cartel que dice “UADE Art Institute”, ¿Será para extranjeros, o sólo la ocurrencia de algún boludo?
Bueno continuemos porque lo que viene ahora no tiene desperdicio.
“Paralelamente, crecieron los talleres amateurs, las clínicas de obra, y las becas bien remuneradas, y se multiplicaron los cursos extracurriculares dictados por historiadores que usan zapatos de Prada y que comparten con la audiencia del nuevo coleccionismo, ansiosa por “saber de arte”, la degustación del último varietal de altura”
Bueno, estos no son los zapatos del hombre de la historia con moraleja, nadie pierde unos zapatos de Prada. Con sinceridad, me encantaría pensar que Arteaga está siendo irónica…pero sospecho que los zapatos de Prada y el último varietal de altura le interesan mucho más que el arte.
Otro fragmento:
“(…) Hoy, los padres burgueses alientan la carrera de “m’hijo el artista” y se enorgullecen del máster que harán en el Royal College de Londres o en el Bard de Nueva York (…)”
¿Que mejor prueba de la muerte del arte podría pedirse cuando los burgueses alientan la carrera de “m’hijo el artista”?
Para el final de su columna De Arteaga nos reserva un caramelo bastante indigerible.
“Como en todo fenómeno que se precie, siempre hay un disparador. La chispa se llamó Mark Rosenthal, un flaco de mirada profunda que llegó a fines de los años noventa para dictar un seminario de curaduría en el Fondo nacional de las Artes, organizado por la Fundación Proa. Con Adriana Rosenberg compartimos un largo café con Mark y su sabiduría. Era entonces curador del museo Guggenheim de Nueva York y conocía como nadie el poder y la gloria que un curator podía manejar en las aguas turbulentas del arte contemporáneo. El selecto grupo de alumnos que lo escuchó tomó debida nota de las enseñanzas del “profeta” llegado del Norte. De ese semillero salieron los curadores que hoy manejan proyectos bienales, muestras y carreras. (…)”
¿Más claro? Imposible. Los profetas siempre vienen del norte, como las recetas económicas y este vino a traer la receta para el arte del neoliberalismo, por eso, ese selecto grupo de alumnos que tomaron debida nota de las enseñanzas del profeta, hoy sostienen y promocionan un “arte joven” hecho de puro vacío y banalidad, justo a la medida de un sistema que produce exclusión social, miseria y dolor a escalas monumentales.
Bien, podemos pasar ahora a la nota de Raquel San Martín (Pág. 4) que comienza así:
“(…) Con la misma velocidad que en su momento detectó un futuro para las carreras de administración de empresas o las de comunicación, el mundo universitario local vio en el arte un “nicho”, según la jerga del marketing, con enormes posibilidades.”
Ya empezamos con la jerga del marketing, con lo cual queda claro que de arte no vamos a hablar ¿no? Pero bueno, el suple ADN ya nos tiene acostumbrados a eso, allí se habla de éxito y mercado más que de otra cosa.
Prometo no transcribir toda la nota sino sólo algunos párrafos significativos.
Y aquí va el primero:
“Como eco de una tendencia que ya tiene años en otros países, aquí se crean carreras, se publican libros y se abren posibilidades de investigación en todo aquello que acompaña y sostiene a los artistas, desde seleccionar y colgar sus obras hasta criticarlas y estudiarlas, pasando por promoverlas en el mercado. En ese sentido, el campo artístico –nunca como hoy una actividad colectiva- ha logrado la señal más clara de éxito: poder ser pensado como actividad profesional”
Chan, Chan…Habrán notado que en el segmento final aparecen dos palabras clave: éxito y profesional. (No voy a repetir lo que ya dije, pero quienes no lo hayan leído pueden entrar en: www.lucaspato.blogspot.com y leer uno de los envíos más recientes titulado “Artistas profesionales”)
Seguimos.
“Impulsado por un discurso político que atribuye a la cultura la capacidad de integrar socialmente y generar recursos, el arte se puso de moda. Y ya hay quienes alertan sobre la saturación de profesionales formados para un mercado local que, aún en expansión, tiene dimensiones modestas y una multiplicación de ofertas que no arriesgan demasiado desde el punto de vista intelectual”
Guau!! Hay que avisarle a los miles de familias que viven cartoneando y revolviendo basura por la ciudad de Buenos aires que la cultura tiene la capacidad de integrar socialmente, tal vez aún no se dieron cuenta. Subrayé muy especialmente la frase “el arte se puso de moda” porque, no sé ustedes, pero yo siempre he creído que la moda es casi lo más opuesto al arte que uno pueda imaginar, y por lo tanto si “el arte se puso de moda”, son muy malas noticias para el arte. Me gustó lo de la “multiplicación de ofertas que no arriesgan mucho desde el punto de vista intelectual”…aunque yo pondría “no arriesgan nada”.
No quiero extenderme más con las notas de ADN ni con el programa de la universidad DiTella –pueden consultarlo en Internet- que como ya dije, parece armado a las apuradas y sin mucha coherencia por lo cual queda claro que no es la formación lo determinante sino más bien lo que sucederá terminado el primer año, cuando seis de los alumnos del programa, los “mejorcitos”, los de exportación, sean seleccionados para pasar directamente a la beca Kuitca y otros seis entrarán por concurso y tendremos una nueva camada de artistas jóvenes producidos –palabra más que adecuada ya que se trata de productos- como pollos en la incubadora DiTella-Kuitca, que los madura rápidamente, pero los deja estériles; sus huevos… perdón…sus obras, estarán irremediablemente vacías.
Para terminar y por oposición a esta lógica del éxito rápido y las estrategias para producir jóvenes artistas que se amolden al “mainstream” y los “estándares internacionales”, quiero transcribir un fragmento de la entrevista de Laura Casanovas a León Ferrari, que publicó ADN cultura (al fin una buena) el sábado 21 de marzo de 2009, dónde León dice, entre otras cosas:
(…) En el arte hay que perseverar. Es lo que les digo a los jóvenes. Hay que ser paciente, trabajar, no fijarse en el mercado. (…)
Y luego, ante la pregunta: ¿El horizonte del artista tiene que ser el trabajo? Responde:
“No. Tiene que ser la renovación. Porque si uno se queda, corre el riesgo de repetir lo que tiene éxito y ahí se embroma. Uno se tiene que ganar la vida con otra cosa, si no, se deforma para vender. Durante treinta años me gané la vida haciendo otras cosas, y, mientras, me dedicaba también al arte” (…)
¿No será este un modelo más genuino a seguir y no el que nos impone el capitalismo globalizado con sus estándares internacionales a través de sus representantes locales? Sería bueno, creo yo con toda humildad, que los jóvenes artistas que tengan un pensamiento crítico, se planteen esta cuestión.
Para el próximo envío tengo reservada una joya: fragmentos de un libro que ya les recomendé anteriormente y que vuelvo a recomendarles. “LO CONTRARIO DE LA INFELICIDAD, promesas estéticas y mutaciones políticas en el arte actual” de José Fernández Vega, y lo que voy a transcribir, no casualmente, habla del afamado Instituto Di Tella…pero desde una perspectiva menos laudatoria…menos chupamedias bah.
Bueno, los dejo porque me estoy poniendo mis zapatos de Prada para ir con Alicia De Arteaga a degustar el último varietal de altura...si paga ella, claro.
Abrazos, besos y otras demostraciones efusivas.
El Pato Lucas.
Francis Bacon
Luis Jalffen, un amigo filósofo fallecido hace varios años, gustaba de contar una historia con moraleja. Se refería a un hombre muy humilde que vivía en un pueblo pequeño. Este hombre tenía un solo par de zapatos. Lo más normal del mundo era para él levantarse por la mañana y ponerse sus zapatos, que la noche anterior había dejado junto a su cama. Un día, el hombre se levanta y sus zapatos no están. Muy extrañado comienza a buscarlos por toda su casa. No los encuentra. Entonces sale descalzo a la calle y comienza a llamar a las puertas de sus vecinos para preguntarles si vieron sus zapatos. Todos responden que no. Nadie ha visto sus zapatos. Un verdadero misterio. Al poco tiempo todo el pueblo está hablando sobre los zapatos del hombre, conjeturando acerca de sus posibles destinos, acerca de la imposibilidad de su desaparición. Los zapatos desaparecidos son tema de conversación en los bares, en las tiendas, en la calle; pero los zapatos no aparecen nunca más. El hombre está irremediablemente descalzo.
Moraleja.
Cuando se habla mucho acerca de algo, es porque ya no existe.
Bien, este texto –como todos mis textos- es sobre arte, y por lo tanto ustedes ya deben haber captado el sentido de la moraleja que tiene un tufillo a Baudrillard, pensador con quien comparto varios puntos de vista. El epígrafe de Bacon me parece muy apropiado, no sólo porque acuerdo plenamente con su contenido, sino porque me pregunto a diario si el arte contemporáneo, (el arte de los jóvenes de exportación), cumple con esa función o más bien banaliza y disuelve toda posibilidad de misterio. En fin, este texto se refiere a una nueva usina de jóvenes de exportación: el flamante programa de arte de la universidad Di Tella – programa que no aparece como muy serio ni muy sólido, sino más bien, hecho a las apuradas para aprovechar el nuevo negocio del arte contemporáneo en la argentina y que además muestra una vez más la misma trenza de acuerdos de poder entre los nombres de siempre del mundillo del arte argentino- y a la relación de este programa con las (y ya van…) increíblemente obvias notas del suple ADN cultura del diario La Nación, aparecidas en su edición del sábado 7 de marzo de 2009. Ya en la portada del citado suplemento leemos acerca del contenido de sus notas principales “Enseñar arte”, dice, y allí mismo nos informan que:
“se quintuplicó el número de alumnos que buscan en los claustros académicos o en los circuitos informales profesionalizarse en el vasto, multidisciplinario, mutante y mestizo universo de las artes visuales. El boom global llegó a la Argentina (…)”
Yo creo que el único boom global que llegó a la Argentina es el boom de la crisis global y el resto son espejitos de colores y baratijas de esas que nos vienen vendiendo desde hace cinco siglos.
Bien, seguimos, porque lo más jugoso está en las notas escritas por Raquel San Martín y Alicia de Arteaga.
Comencemos por Alicia de Arteaga, que es la editora de arte del suple. Su columna en la página 2 se titula: “M’hijo el artista”.
Dice Arteaga en un fragmento muy significativo:
“(…) He visto crecer el fenómeno del aprendizaje de arte extramuros e intramuros gracias al aura de gurúes intocables como Nicholas Bourriaud, Catherine David, Ivo Mesquita, y Paulo Herkenhoff, que despertaron, junto con las teorías del filósofo estadounidense Arthur Danto, primero la curiosidad y luego la necesidad de una formación que cumpliera con los estándares internacionales (…)”
“Gurúes intocables”, que maravilla. Bueno, Nico Bourriaud será intocable aquí donde todo lo que viene de afuera es intocable, porque tengo entendido que en Francia recibió bastantes palos; en cuanto a Catherine David, tal vez ustedes recuerden que es esa teórica para la cual los artistas prácticamente no existen, sólo tienen entidad gracias a la palabra de los teóricos, sin ellos no somos nada. Arthur Danto es ese filósofo tan deliciosa, melosa, ingenuamente norteamericano con el cual nos vienen torturando desde hace varios años y que supongo Alicia de Arteaga habrá leído y comprendido de cabo a rabo, igual que a Nietzsche, Hegel, Benjamin, Adorno, Marx… sobre todo Marx…
Me pregunto por otra parte como conjugar la palabra estándares con la naturaleza del arte. ¿No será el arte algo muy alejado de cualquier estándar?
Mainstream, estándares internacionales, son conceptos que nos hablan muy claramente acerca de lo que tenemos que hacer para no quedar afuera de la historia, una historia que por supuesto, se escribe en otra parte, como siempre, y que aquí, en Argentina tiene sus centros de poder y difusión, sus fabricas de “Jóvenes de exportación”, como la beca Kuitca o como el nuevo programa de arte de la universidad Di Tella; también noté hace poco que en el edificio de la UADE sobre la calle Lima e Independencia, colocaron un gran cartel que dice “UADE Art Institute”, ¿Será para extranjeros, o sólo la ocurrencia de algún boludo?
Bueno continuemos porque lo que viene ahora no tiene desperdicio.
“Paralelamente, crecieron los talleres amateurs, las clínicas de obra, y las becas bien remuneradas, y se multiplicaron los cursos extracurriculares dictados por historiadores que usan zapatos de Prada y que comparten con la audiencia del nuevo coleccionismo, ansiosa por “saber de arte”, la degustación del último varietal de altura”
Bueno, estos no son los zapatos del hombre de la historia con moraleja, nadie pierde unos zapatos de Prada. Con sinceridad, me encantaría pensar que Arteaga está siendo irónica…pero sospecho que los zapatos de Prada y el último varietal de altura le interesan mucho más que el arte.
Otro fragmento:
“(…) Hoy, los padres burgueses alientan la carrera de “m’hijo el artista” y se enorgullecen del máster que harán en el Royal College de Londres o en el Bard de Nueva York (…)”
¿Que mejor prueba de la muerte del arte podría pedirse cuando los burgueses alientan la carrera de “m’hijo el artista”?
Para el final de su columna De Arteaga nos reserva un caramelo bastante indigerible.
“Como en todo fenómeno que se precie, siempre hay un disparador. La chispa se llamó Mark Rosenthal, un flaco de mirada profunda que llegó a fines de los años noventa para dictar un seminario de curaduría en el Fondo nacional de las Artes, organizado por la Fundación Proa. Con Adriana Rosenberg compartimos un largo café con Mark y su sabiduría. Era entonces curador del museo Guggenheim de Nueva York y conocía como nadie el poder y la gloria que un curator podía manejar en las aguas turbulentas del arte contemporáneo. El selecto grupo de alumnos que lo escuchó tomó debida nota de las enseñanzas del “profeta” llegado del Norte. De ese semillero salieron los curadores que hoy manejan proyectos bienales, muestras y carreras. (…)”
¿Más claro? Imposible. Los profetas siempre vienen del norte, como las recetas económicas y este vino a traer la receta para el arte del neoliberalismo, por eso, ese selecto grupo de alumnos que tomaron debida nota de las enseñanzas del profeta, hoy sostienen y promocionan un “arte joven” hecho de puro vacío y banalidad, justo a la medida de un sistema que produce exclusión social, miseria y dolor a escalas monumentales.
Bien, podemos pasar ahora a la nota de Raquel San Martín (Pág. 4) que comienza así:
“(…) Con la misma velocidad que en su momento detectó un futuro para las carreras de administración de empresas o las de comunicación, el mundo universitario local vio en el arte un “nicho”, según la jerga del marketing, con enormes posibilidades.”
Ya empezamos con la jerga del marketing, con lo cual queda claro que de arte no vamos a hablar ¿no? Pero bueno, el suple ADN ya nos tiene acostumbrados a eso, allí se habla de éxito y mercado más que de otra cosa.
Prometo no transcribir toda la nota sino sólo algunos párrafos significativos.
Y aquí va el primero:
“Como eco de una tendencia que ya tiene años en otros países, aquí se crean carreras, se publican libros y se abren posibilidades de investigación en todo aquello que acompaña y sostiene a los artistas, desde seleccionar y colgar sus obras hasta criticarlas y estudiarlas, pasando por promoverlas en el mercado. En ese sentido, el campo artístico –nunca como hoy una actividad colectiva- ha logrado la señal más clara de éxito: poder ser pensado como actividad profesional”
Chan, Chan…Habrán notado que en el segmento final aparecen dos palabras clave: éxito y profesional. (No voy a repetir lo que ya dije, pero quienes no lo hayan leído pueden entrar en: www.lucaspato.blogspot.com y leer uno de los envíos más recientes titulado “Artistas profesionales”)
Seguimos.
“Impulsado por un discurso político que atribuye a la cultura la capacidad de integrar socialmente y generar recursos, el arte se puso de moda. Y ya hay quienes alertan sobre la saturación de profesionales formados para un mercado local que, aún en expansión, tiene dimensiones modestas y una multiplicación de ofertas que no arriesgan demasiado desde el punto de vista intelectual”
Guau!! Hay que avisarle a los miles de familias que viven cartoneando y revolviendo basura por la ciudad de Buenos aires que la cultura tiene la capacidad de integrar socialmente, tal vez aún no se dieron cuenta. Subrayé muy especialmente la frase “el arte se puso de moda” porque, no sé ustedes, pero yo siempre he creído que la moda es casi lo más opuesto al arte que uno pueda imaginar, y por lo tanto si “el arte se puso de moda”, son muy malas noticias para el arte. Me gustó lo de la “multiplicación de ofertas que no arriesgan mucho desde el punto de vista intelectual”…aunque yo pondría “no arriesgan nada”.
No quiero extenderme más con las notas de ADN ni con el programa de la universidad DiTella –pueden consultarlo en Internet- que como ya dije, parece armado a las apuradas y sin mucha coherencia por lo cual queda claro que no es la formación lo determinante sino más bien lo que sucederá terminado el primer año, cuando seis de los alumnos del programa, los “mejorcitos”, los de exportación, sean seleccionados para pasar directamente a la beca Kuitca y otros seis entrarán por concurso y tendremos una nueva camada de artistas jóvenes producidos –palabra más que adecuada ya que se trata de productos- como pollos en la incubadora DiTella-Kuitca, que los madura rápidamente, pero los deja estériles; sus huevos… perdón…sus obras, estarán irremediablemente vacías.
Para terminar y por oposición a esta lógica del éxito rápido y las estrategias para producir jóvenes artistas que se amolden al “mainstream” y los “estándares internacionales”, quiero transcribir un fragmento de la entrevista de Laura Casanovas a León Ferrari, que publicó ADN cultura (al fin una buena) el sábado 21 de marzo de 2009, dónde León dice, entre otras cosas:
(…) En el arte hay que perseverar. Es lo que les digo a los jóvenes. Hay que ser paciente, trabajar, no fijarse en el mercado. (…)
Y luego, ante la pregunta: ¿El horizonte del artista tiene que ser el trabajo? Responde:
“No. Tiene que ser la renovación. Porque si uno se queda, corre el riesgo de repetir lo que tiene éxito y ahí se embroma. Uno se tiene que ganar la vida con otra cosa, si no, se deforma para vender. Durante treinta años me gané la vida haciendo otras cosas, y, mientras, me dedicaba también al arte” (…)
¿No será este un modelo más genuino a seguir y no el que nos impone el capitalismo globalizado con sus estándares internacionales a través de sus representantes locales? Sería bueno, creo yo con toda humildad, que los jóvenes artistas que tengan un pensamiento crítico, se planteen esta cuestión.
Para el próximo envío tengo reservada una joya: fragmentos de un libro que ya les recomendé anteriormente y que vuelvo a recomendarles. “LO CONTRARIO DE LA INFELICIDAD, promesas estéticas y mutaciones políticas en el arte actual” de José Fernández Vega, y lo que voy a transcribir, no casualmente, habla del afamado Instituto Di Tella…pero desde una perspectiva menos laudatoria…menos chupamedias bah.
Bueno, los dejo porque me estoy poniendo mis zapatos de Prada para ir con Alicia De Arteaga a degustar el último varietal de altura...si paga ella, claro.
Abrazos, besos y otras demostraciones efusivas.
El Pato Lucas.
3 comentarios:
Estimado Pato Lucas: ha sido una verdadera alegría encontrarme con su blog. Hasta ahora leí un par de posts, pero como soy demasiado vaga no pude comentar... Pero bueno, sin más rodeos, vamos a lo que nos incumbe.
Leí el adn cultura de ese día y tenía ganas de incendiar todo.
No entiendo porque es tan famosa arteaga, todas las notas que escribe son puras perogrulladas.. pero bueno, lo mejor es ignorar lo que escribe.
Acerca de la nota principal, recuerdo que me dejó con una gran sensación de tristeza. El Di tella pretende formar algo así como una super elite de artistas "jóvenes" burgueses, funcionales a la reglas del mercado y neoliberalistas.
Estoy leyendo en este momento un fragmento de Bourdieu de "Las reglas del arte" así que estoy hipersensible con esto. Me da rabia que se hagan llamar artistas cuando son una manga de frikis -pero cools- burgueses que hacen esas famosas "clínicas" y se creen que salieron de la bauhaus. Salieron del academicismo (porque no se bancan una carrera entera) para entrar en un negocio, en el que hay que tener un cv como el que se presenta en las empresas, exponer en Arteba y ganarse el premio de petrobras (o el de la empresa de turno).
Tampoco creo que para ser artista haya que salir de una universidad pública porque sería lo mismo que estoy criticando...
Pero bueno, no quiero que lo estoy tratando de decir se vuelva más difuso.
No me parece mal que hayan premios y becas de arte, no me parece mal que se le pague a alguien por hacer una obra... Pero se está hablando de PROFESIONALIZAR algo que no debe profesionalizarse, de lo contrario pierde todo su valor (no me refiero al económico). La tendencia es convertir al arte en pura mercancía y al artista en empresario... ¿O qué es todo este marketing??
"Somos obreros de lujo, Pero resulta que nadie es lo bastante rico para pagarnos. Si uno pretende ganar dinero con la pluma, tiene que dedicarse al periodismo, al folletín o al teatro. COn la Bovary he ganado...300 francos, que HE PAGADO, y de los que jamás cobraré ni un céntimo. En la actualidad me alcanza para pagar el papel, pero no las gestiones, ni los viajes, ni los libros que mi trabajo requieren y en el fondo, me parece bien (o hago como que me parece bien), pues no veo qué relación hay entre una moneda de cinco francos y una idea. Hay que amar el Arte por el Arte en sí mismo; de lo contrario, cualquier oficio vale más". (Un grosso Flaubert)
Bueno, espero una respuesta y no ser golpeada, y ojalá alguno se tome la molestia de contradecirme todo lo que dije.
Había escrito un largo comentario, pero siendo las 4 de la mañana fui tan inútil que se borró todo.
Volveré pronto a escribir de nuevo.
Mientras tanto te digo que es muy interesante leerte, y ver que hay quienes aventuran a decir lo que muchas veces nadie dice pero muchos piensan.
Respecto de la nota de los talleres me gustaría decir, solamente, aunque sea por ahora, que he visto muchas personas que salen de estos talleres de artistas con bajadas de línea sobre "lo que HAY QUE HACER para LLEGAR". No puedo evitar preguntarme: ¿para llegar a dónde? ¿para ser reconocido? ¿por quién?
Todavía hay lugares donde se puede aprender arte: a pintar, a dibujar; no a encontrar la escalera a la fama.
Es necesario, indispensable, que ciertos artistas dejen de "vender" la idea de "hacerla rápido" a sus alumnos, y les enseñen a ser artistas en serio.
El arte es una cosa seria, como dice mi papá.
Desde ya muchas gracias por el espacio y la devastadora, pero necesaria, crítica a los ejércitos de la especulación.
María
con razon cuando envié un proyecto al Di Tella sobre un taller de arte efimero no me dieron ni pelota. . .
Genial tu blog. Lamento no haberme cruzado con vos antes. ya te tengo en favoritos, si tenes ganas hablando de arte efimero www.gazonadearte.com.ar seria fantastico estar comunicados, y como creo profundmaente en que las casualidades no existen ayer mismo hablando con Graciela Gutierrez Marx de arte correo mencionabamos lo que hoy lei en tus textos. abrazo y que placer leer algo diferente...
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