domingo, 9 de diciembre de 2012

CRISIS DE EGGO


No recuerdo el nombre, pero un artista conceptual dijo en alguna ocasión que en el mundo ya había demasiadas cosas como para seguir agregando más.  Admirable declaración y más admirable aún si la pudo llevar a la práctica con rigor; desconozco esta segunda parte de la historia. Recuerdo esa frase cuando atravieso alguna crisis en la producción de mi obra, es decir que ahora la recuerdo muy a menudo, y no es que mi producción haya sido alguna vez muy prolífica: me gusta más pensar que hacer, lo cual es un problema porque a veces tengo ideas que me parecen buenísimas –tal vez no lo sean-  y que jamás llevo a la práctica. Muchas veces me reprocho esta inclinación de mi personalidad, pero aún si fuera criticable creo que es mejor que producir obras como salchichas; eso de seguir agregando objetos  insignificantes –no significantes- al mundo  me parece infinitamente peor;  y más aún pretender vivir de la mercantilización de esos objetos insignificantes.  Esta breve introducción, levemente autocrítica, tiene por objeto –no casualmente-  hablar de mi reciente visita a la feria EGGO.  Algunos amigos no estarán de acuerdo conmigo –y espero que no se ofendan- pero la feria EGGO me pareció HORRIBLE; sé que ésta no es una categoría crítica; tal vez con el correr del texto encuentre una  mejor.  No quiero ser injusto: hubo dos o tres espacios que me parecieron muy interesantes –no voy a aclarar cuáles- pero el problema es que esos espacios se veían neutralizados en medio de la mediocridad y la insignificancia del resto.  Lo mismo que les ocurría a estos espacios les pasaba a algunos  buenos artistas cuyas obras se perdían en medio de la proliferación  de anacronismos  y clichés que invadían metastásicamente las paredes.  Siempre me resulta extraño  comprobar con que frecuencia los artistas olvidamos que una obra interesante rodeada  de otras que no lo son pierde su interés inexorablemente.  Un capítulo aparte merece el nombre de la feria ¿Qué mierda significa EGGO? Parece el nombre de alguna revista  cool-pedorra; ninguno de mis amigos pudo  explicarme por qué le pusieron ese nombre.   El psicoanálisis puede estar muy cuestionado en la actualidad pero nadie con algún tiempo de análisis dudará de la autenticidad –por decirlo de alguna manera- del fallido; había un espacio en EGGO –creo que en la sala C del CCR- cuyo nombre era algo así como “Ricardo Gutiérrez” y abajo decía “espacio privado de arte”, y ese nombre me pareció buenísimo para definir no solamente ese espacio sino toda la feria; “privado” en el sentido de “privación”, un espacio sin arte, un espacio que fue privado de arte.  ¿Cuál es el valor que asignan los artistas a sus obras? No hablo del monetario.  Tal vez pienso demasiado, y eso atenta  necesariamente contra la producción –siempre y cuando  no consideremos producción al pensamiento- pero sinceramente no puedo entender por qué algunos artistas  someten sus obras a tal degradación. ¿Necesitan desesperadamente vivir de la venta de sus trabajos?  Confirmo una vez más que es mejor vivir de otra cosa y producir sin la presión del mercado. Algunos me dicen que soy extremista, que es una feria, que no se puede esperar otra cosa;  puede ser;  pero entonces no deberían llamarse “ferias de arte”; propongo para sus próximas ediciones que el nombre sea “EGGO, espacio privado de arte”, privado de arte, privado de poesía, privado de interés.  No hay arte en las ferias, sólo mercancías.  Ya lo dije alguna vez: el mercado del arte sólo tiene objetos; el arte excede ampliamente el campo de los objetos; es más, creo que el arte no tiene nada que ver con los objetos. 

Saludos.  El Pato.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Totalmente de acuerdo. Salí largando humos de esa feria, una basura al 99%.

Anónimo dijo...

este es el típico comentario del cheto que se hizo artista y reniega del dinero. Seguro que trabajas 4 horas al día con aire acondicionado y calefacción; que pudiste crecer "en tu carrera", que tu trabajo es muy bien remunerado. Pero cuando lo único que podes hacer es pintar para no tener que acarrear la mierda de los demás, y así llevar algo a tus hijos, toda esta mierda filosófica se va al tacho.
Por último, tan crítico y te pones de nombre "pato lucas", personaje mercantil yanki, disfrazate de otra cosa...