El arte es más destrucción de sentido que construcción de sentido.
T.W.Adorno
Me gustaría discutir un par de conceptos que, a mi juicio, son
intentos de burocratización y estabilización de eso que no puede
estandarizarse.
Tiempo atrás desarrollé en algunos textos mis ideas acerca del problema
del “artista profesional”, lo absurdo que me parece ese concepto y su evidente correspondencia
con los imperativos del mercado y no con los del arte. Sigo sosteniendo mi
desacuerdo con esa denominación y también con otra idea, la del “artista
trabajador”, que a mi juicio no es más que la otra cara de la misma moneda. Por
un lado tenemos a los “profesionales” que serían los privilegiados del sistema,
los que cumplen con las normas de calidad del mercado, los que “trabajan” con
una galería, los que “viven de su obra”;
claramente una minoría, al menos en los países periféricos -de hecho,
hace muy poco circuló por la web una cifra según la cual en Argentina habría
10.000 artistas de los cuales sólo 200 vivirían de la venta de su obra-, y
luego tenemos un sector mucho más numeroso: los autodenominados “trabajadores
del arte”, los que reclaman su integración en un sistema que no parece estar
muy interesado en integrarlos. Son “trabajadores”, así se declaran, y por lo
tanto necesitan instituciones que los representen como tales, es decir, que
defiendan sus derechos. Esto parece tener una lógica irrefutable; así funciona
el sistema, las relaciones sociales, laborales, etc. Todo esto configura, que duda cabe, una forma
de estabilizar, ¿domesticar? una actividad –el arte- que, como decíamos al
principio, no tiene una definición clara. Adorno
decía que Arte es “hacer con medios racionales, algo que no se sabe qué es”;
“profesionales” y “trabajadores” por el contrario, están incluidos dentro de
una estandarización comprensible, tranquilizadora, y por supuesto, útil. Apunto, como al pasar, que esta división tiene
ciertas connotaciones –por no decir que denota
abiertamente- una división más política; una derecha y una izquierda del
arte; un sistema comercial donde unos pocos privilegiados viven bien, y una
masa excluida que reclama por sus derechos y va generando instituciones
burocratizadas que la defienden. Derecha e izquierda del arte, las dos caras de
un mismo sistema de domesticación de eso que no tiene definición porque se
ocupa de lo inestable, de lo indecible, de lo indecidible.
Creo que a estas alturas no es necesario que aclare que
no considero al arte como un “trabajo”. No se trabaja de “artista”; se puede
trabajar como gestor, como curador, como docente, pero no como artista, cuando
escribo estas líneas no estoy trabajando; el arte, el pensamiento, la reflexión
no son “trabajos” en el sentido de “actividad dignamente remunerada”; son otra
cosa, mucho más intensa que algo por lo que uno busca una remuneración, una
estandarización, una estabilidad. El
arte es inestabilidad y eso no se compra, ni se vende, ni se burocratiza.
Hace poco una artista a quien valoro especialmente me
decía que si en la circulación de su obra –digamos, todo lo que sucede
alrededor de una muestra- finalmente la
obra volvía a su taller, -es decir, si no se vendía-, ella pensaba que algo
fallaba allí, que en algo había fallado su obra. Mi respuesta fue que nada
fallaba con su obra, que lo que había –o habría- fallado en todo caso era un
sistema de comercialización de objetos. El Arte es para el pensamiento, el Arte
es para el espíritu –descargado este último de connotaciones metafísicas, y
entendido como potencia de transformación-. La obra ha fallado si no ha
generado pensamiento, reflexión, turbación, en síntesis, si no ha producido
alguna experiencia en el espectador-participante. Su preocupación –la de mi amiga-
era que la obra no circulara, que se quedara en su taller, pero ¿es que sólo
podemos pensar en la compra –venta como sistema de circulación? Si lo que nos
preocupa es la circulación podemos pensar en préstamos, trueques, intercambios,
donaciones –que están de moda-, etc. Si
lo que nos preocupa es la venta, no nos interesa la circulación, lo que nos
interesa es el mercado.
No voy a seguir citando a Adorno porque corro el
riesgo de ser rápida y livianamente calificado como “moderno”, lo cual se ha
convertido en sinónimo de “anacrónico”; voy a citar entonces a un par de autores
un poco más actuales:
Mario Perniola es un teórico italiano,
profesor de estética y autor de varios textos más que interesantes como
"Contra la comunicación”, y el de reciente aparición “La sociedad de los
simulacros”. Voy a transcribir dos fragmentos de su libro “El arte y su sombra”, un texto breve y contundente que recomiendo
muy especialmente. En la página 77, Perniola nos dice:
“la desmitificación, en efecto, aparece funcional respecto a las
exigencias de una sociedad que ya no tiene necesidad de mantener la autonomía
relativa de las actividades simbólicas, como el arte, la filosofía y, más en
general, los estudios humanistas. Aquella, por tanto, tiende a transformar a los
portadores de las actividades simbólicas en “funcionarios del sistema
productivo, sumiéndolos en una relación de referencia inmediata a las
exigencias de la producción y de la organización social”” (el
último entrecomillado es una cita de Gianni
Vattimo).
Y más adelante, en la página 79:
“Así, la expresión ´carrera filosófica´ no
suena menos reductiva que ´carrera artística´ porque implica una
estandarización de lo que, por definición, es modelado por el imperativo de la
excepcionalidad. Como observa agudamente Heinich (Nathalie), el ejercicio del arte es justamente lo
contrario de una carrera burocrática: mientras esta última persigue fines
personales (la promoción) a través de medios impersonales (la aplicación de
reglas, el artista (como el filósofo) persigue fines impersonales (la apertura
de horizontes de experiencia caracterizados por una pretensión de
universalidad) a través de medios personales (la tutela y el desarrollo de su
propia singularidad)
Acuerdo plenamente con Perniola y con los autores que
cita; siempre me ha parecido desatinada la idea de “carrera artística”, que se
relaciona directamente con el concepto de “artista profesional” – y por
supuesto, también con el de “artista trabajador”-. Me parece que aquí las preguntas claves serían
¿Sirve el artista para la estabilidad del sistema? ¿Para convalidar los valores
establecidos de la sociedad? ¿Para agruparse en instituciones burocratizadas y
burocratizantes que contribuyen a la normalización y la estabilización de su
hacer? ¿Es deseable un artista que sea parte integrada, estabilizada,
normalizada de la sociedad? Lógicamente la sociedad, el sistema, lo desean pero…
¿eso es bueno para el artista y para el arte?
Creo que es fundamental comprender que el arte es una
actividad que se relaciona con lo indecible, con lo indecidible, con lo
inestable, con lo que de alguna manera está siempre en tensión con los valores
aceptados por la sociedad ya que representa eso que no puede estabilizarse,
burocratizarse.
No puede haber
profesionales de lo inestable, ni trabajadores de lo indecible. La
normalización no es lo propio del arte. Aunque el sistema así lo quiere. Cuando el Arte se
hace uno con el sistema, ya no es Arte, es sistema.
Acabo de leer una compilación de textos de Luis Camnitzer y es muy interesante ver
la transformación de su pensamiento –los textos van desde el año 1969 al 2006-
porque es la visión de un artista latinoamericano que se instaló en Nueva York
desde hace muchos años y su tema
principal –el que atraviesa casi todos los textos allí compilados- es el de la
resistencia del artista a la cooptación del mercado; su preocupación es la
estrategia que debe usar el artista para no corromperse. En el ensayo titulado
“La corrupción del arte/el arte de la corrupción” (texto publicado en el sitio de internet www.universes-in-universe.de en
el año 1996) Camnitzer cuenta sobre el final que antes de publicar el texto
se lo pasó a algunos amigos para que le dieran su opinión y transcribe los
comentarios de uno de ellos, especialmente uno que le resultó el más
interesante: “No tengo una solución
clara, creo que la ética es fundamental, y pienso que el asunto consiste en
continuamente meterse y salirse, meterse y salirse” dijo su amigo. Luego de
esto, Camnitzer comenta: “Lo que mi amigo
planeaba era una estrategia de infiltraciones múltiples, suficientemente cortas
como para no terminar absorbido o coaccionado, pero aceptando la existencia de
la realidad en sus propios términos en lugar
de negarla en términos idealistas. El secreto del tipo, que nunca alcanzó a
decírmelo –quizás porque él mismo no se dio cuenta- era que aceptar la realidad
en sus propios términos no es sinónimo de aprobar esa realidad. Las
infiltraciones sucesivas –y estoy hablando teóricamente, porque no tengo idea
de cómo se instrumenta esto en la práctica- tienen la ventaja de no tener
tiempo para contaminar al infiltrado”.
Transcribir este fragmento de Camnitzer tiene por
finalidad prevenirme de la acusación de ser un talibán que no acepta la existencia del
mercado o del “mundo del arte”, realidades insoslayables de nuestra época; pero
son justamente esas realidades las que deben hacer pensar cada día a los
artistas acerca de su hacer, de sus estrategias y de la definición del arte, en
lugar de instalarse cómodamente en un universo previsible y reglamentado, ya
sea el de los que venden, o el de los que se quejan porque no venden, el de los
que participan de un selecto grupo que gana premios, becas y trabaja con la
cincuenta y única galería importante del país o la de los que se quejan por no
pertenecer a ese pequeño universo. Sé que hay muchos artistas jóvenes, y otros no
tan jóvenes, que buscan estrategias para “meterse y salirse” sin ser cooptados
y seguir preguntándose cada día ¿qué es el arte?
Vuelvo a Perniola –y con esto voy cerrando- que, en la página 80 del texto ya citado dice
que el artista y el filósofo tienden a “reconocerse
en el papel heroico-irónico que, por un lado, contiene un elemento de desafío
con respecto a lo que es socialmente dominante; por el otro, sin embargo, no
puede agotarse en la transgresión, so pena de permanecer en aquel estado de
subordinación respecto al pasado que Nietzsche definió como la “enfermedad de
las cadenas”.
La cuestión a la
que no es fácil dar una respuesta es la de si este papel “heroico-irónico” está
hoy más en consonancia con el filósofo que con el artista. Este último, en
efecto, parece demasiado seducido por las ambigüedades y las incongruencias del
“paradigma contemporáneo”(…) Paradójicamente, el filósofo del arte parece hoy
mejor equipado que el artista para valorar, sin quedar prisionero del culto de
las obras, y para comunicar, sin ser víctima de las crudas realidades de una
transmisión inmediata”
Soy plenamente consciente de que estos últimos textos
abren varias líneas de discusión que diversifican el planteo primero de este
escrito y que podrían desarrollarse en futuras oportunidades. Digamos que este
texto queda abierto y aceptemos la deriva.
Saludos.
El Pato.
9 comentarios:
hola pato lucas me encanto tu comentario sobre los textos que refieres en tu escrito de mario perniola y camnitzer estoy deacuerdo con lo que reflexionas me identifico como artista plastico o mejor dicho imaginera sin tiempo con mucho espacio para la existencia en la resistencia .
Todo lo que lei, lo siento como palmadita en la espalada, y aunque suene compasivo, no me desmerece. En cierto modo verbaliza esa dinámica inherente al artista en general...necesidad-satisfacción- crisis y vuelta a empezar....
El que no lo quiere aceptar es el que cae en el circuito artístico creyendo que alli lo aguarda el diploma consagratorio.
Aquel, se pierde la libertad!
Va en dos partes
Parte 1
Creo que está claro que no se trabaja de artista, más allá de que las demandas que un sistema puede hacerle a un artista sean válidas. Que un artista trabaje con una galería por ejemplo, no implica directamente que ese artista demuestre interes por el mercado o lo que el mercado representa. Una galería es un dispositivo como lo es un sello editorial. Cuando Adorno es traducido por Murena para Sudamericana seguramente ninguno de ellos pensaba en los ingresos, pero al margen sus libros generaron bastantes ingresos –descatalogados sospechosamente desde el 2002. Parafraseando a Berkeley, ser es ser difundido, sos artista primero si alguien se entera.
Pacheco dice dos cosas muy interesantes –que abren a la discusión- en la última entrevista publicada en Sauna: una, hará unos 30 años el arte comenzó a competir en términos de espectáculo cultural con el cine y otros medios. “El arte se transformó en industria cultural y ya no tiene sentido discutirlo. Me parece que es una faceta o lado del arte que - entretenimiento, o simple ocio, o industria turística-, son buenas como variantes, me parece que incluso se recupera una dimensión que el arte había perdido. Este acercamiento y la cuestión del arte compitiendo con el cine y con industrias, me parece que son cosas positivas.”. Digamos, que Tracey Emin esté en el Malba sin ser una momia es interesante. Cruz Diez también. Dar a conocer ese acontecimiento cultural a un público masivo implica un despliegue con cierta espectacularidad. Y esa espectacularidad para la difusión debería ser más intensa todavía en los espacios públicos, con obras críticas y de calidad. El otro punto que menciona es: No se discute que Duchamp fue el artista más importante del siglo XX. Pero al efectuar movimientos tan disruptivos se generó una brecha poco auspiciosa entre el público preparado y el que no lo estaba. Esa brecha sigue sin saldarse incluso hasta el día de hoy, y el mingitorio sigue siendo algo incomprendido para la mayoría más allá de los 95 años que nos separan del gesto. El asunto es cómo saldar esa brecha. Saldar esa brecha es una herramienta útil para la sociedad no formada en arte, pero no para pensar el arte, lo que está en juego es otra cosa, ampliar la capacidad de análisis, discurso, de proyección a futuro. En otro nivel opino lo mismo sobre fomentar el aprendizaje del ajedrez.
Cabe notar, y para no desviarme, que esa idea de profesionalización se incentiva a su vez desde universidades, cursos, talleres, becas, análisis de obras, etc. Si el arte se volvió algo tan específico como otras especializaciones (por el asunto de la brecha) es lógico que algunas personas –artistas entre otros- que entienden ese grado de especialización, estudian el medio, lo discuten y lo ponen en tela de juicio intenten vivir de su capacidad para generar análisis y pensamiento sobre algo que de por si se presenta específico. No es descabellado que un artista pretenda obtener dinero a cambio de exponer en un museo, como no lo es que un escritor, un filósofo o un científico obtengan dinero por dar charlas en algún ciclo o congreso. Puede no suceder nunca, desde luego, pero si sucede no es un problema ético.
Parte 2
Pero es verdad que no hay lugar para esos 10.000 en un sistema que se presenta especializado. Aunque hay inclusiones por realizar. Por ej, si cada escuela tiene un profesor de artes plásticas -cada secundario también debería tenerlo- y todos esos docentes estuviesen integrados a un proyecto cercano a las prácticas actuales, deberían generarse muchos más espacios para que esos 10.000 puedan trabajar del arte (no de artistas). Creo que ahí está la clave del roll que ocupa cada uno en esta enorme maquinaria desguasada. Pero sí, tiene lógica que solo 200 vivan de lo que hacen. Lo interesante me parece es notar que hay otras posiciones. Digamos, atajar es claramente otro deporte.
Para finalizar, leido desde el materialismo histórico el arte tiene un valor antropológico. Qué hacer si el Estado no tiene interés o capacidad en fomentar la conservación y difusión de ese pensamiento? Para bien o para mal, el sector privado se hizo cargo de ese camino hace mucho tiempo, patrocinando libros, solventando espacios, movilizando el discurso. Y sí, dejar tanto librado muestra muchas falencias. Se parece a ese dicho que reza “el camino al infierno esta empedrado de buenas intenciones”...
Abrazo
M.L.
Pato, que tal, te escribía para proponerte un escape a todo este embrollo demasiado intelectual para tener algo que ver con el arte.
Yo creo que SÍ, hoy en día se trabaja de artista. El arte plástico no se encuentra más en la galería, sino que en la calle.
Es el graffitero el único que puede ostentar el nombre de "artista" hoy, y te digo por que me parece:
(Primero aclaro, el muralismo en la calle es una derivación del graffiti, pero el graffiti es la acción de adoptar un pseudonimo y regarlo por toda superficie pública que se pueda, mientras más osada mejor.)
1 - Estando institucionalizado el transgredir, solo él transgrede realmente al aplicar su obra ilegalmente.
2 - Contrariamente al arte como productor de ganancias que se da en el mercado, al graffitero el graffiti le produce perdidas más que ganancias a fin de mes. Incluso se juega una multa.
Además no hay que aclarar que escapa de las galerías y reclama la calle como espacio del arte y lo da a cualquiera, lo hace parte de la ciudad, los mezcla. No hay un espacio para el arte, la misma ciudad lo es mires la fachada que mires.
3 - Tampoco es un arte que sea representativo ni diga llevar ningún concepto detrás, es quizás la forma del "juego" del graffiti la que representa algo, pero la obra a muerto, no hay un concepto ni nada que representar, solo quedan las firmas y el pintar, la investigación estética( hacerlo con lineas rectas, curvas, la A con forma de pirámide, de torre eiffel, colores pasteles, sombras desde arriba, desde abajo..etc.)
4 - El juego del graffiti es la búsqueda de fama constante, quien es el que está en todos lados, el que tiene el mejor estilo, el más osado, que pinta trenes, subtes, aviones. Quien la tiene más grande.
5- La mayoría no supera los 20 años y gran parte lo abandona al entrar a estas edades donde las causas penales ya son jugarse algo más. Es un arte de adolescentes y pre-adolescentes prácticamente.
6 - Desde el principio la cultura popular está reflejada todo el tiempo, personajes de tv, comic,videojuegos, letras de logotipos, de marcas, de carteles políticos, tipografías conocidas, de comics, de todo lo que consumen estos mismos chicos.
Es la representación de la desesperación por la fama invadiendo la ciudad, por medio de la juventud enojada e irrespetuosa influida por la excesiva cultura visual.
Es una obra inmensa que construyen estos chicos en la ciudad, una enorme intervención delictiva de niños de toda la ciudad, que por las madrugadas se meten por los túneles del subterráneo solo para pintar sus nombres en las chapas del subte y que de vueltas por toda la ciudad y lo vea mucha gente, es hasta poético jajaja.
Pero al fin, lo que nos recuerda todo el tiempo es que vivimos en una cultura excedida de pelotudos que quieren ser famosos, y en especial se hacen los artistas.
uenos días a todos y muchas gracias por compartir tanto sobre arte. Para los que estamos dando los primeros pasos, este tipo de recursos nos ayuda mucho a aprender y mejorar. Les comento que hace un tiempo hice un curso y empecé a producir mis propios diseños. Estaría bárbaro que nos recomienden también otros sitios en donde salir a vender el diseño que producimos. Gracias y saludos desde Temperley, Buenos Aires!
Hola, soy una estudiante de bachillerato artístico estoy haciendo mi trabajo final sobre los conocimientos de arte contemporáneo, me gustaría ponerme en contacto contigo para realizarte una pequeña entrevista si no es molestia, resultaría una parte muy interesante de mi trabajo muchas gracias!
Hola Pato.
La exposición es perfecta, aunque mi preferencia es partir sin las etiquetas y sus hábitats.
En este punto, la persona es construída y moldeada como un engranaje adecuado al sistema, acentuando lo necesario y reduciendo lo inútil, y con ello restando elementos de desarrollo de potenciales de habilidad que otorgue plenitud más allá de su servicio, promoviendo la autoconstrucción o el destete. Estratégicamente, una persona incompleta suple sus debilidades buscando un cauce correcto de acuerdo a la "ley" o no, mientras que otras pierden la noción del ser y se entregan cómodamente o en lucha perpetua, adquiriendo una situación de víctima y culpable, esta incompletud sería la verdadera pobreza, sin embargo, todos los caminos se rigen por las creencias de lo que debe ser.
Afortunadamente la tecnología de hoy, permite la generación de grupos específicos y libres de acción que todavía no ha sido explotado, porque la fragmentación en la búsqueda de libertad individual tiene como fin el reagrupamiento en sentido horizontal desde territorios coherentes, y esto toma mucho tiempo, en el decubrir de lo diferente, lo común y lo similar. Si asumimos en el principio, "la humanidad", esta definición o establecimiento, es el lugar de llegada, su camino es una pirámide en la cuál nos encumbramos siendo el concepto mismo, como sucede con cualquier concepto, cuya transmisión de información se encuentra limitada por la experiencia o constatación del emisor-receptor aunque resuelta y trascendida en la acción o ejemplo.
Cuando sacamos lo que sobra solo se encuentran las personas y el mundo, a partir de allí se hacen evidentes las fronteras, nuestras herramientas, nuestros sofisticados artefactos intelectuales, las obras a nuestro servicio. Hoy nos encontramos al servicio de los artefactos-sistema intentando dominar sus parámetros definidos hace miles de años, aunque como sucede que cualquiera por iniciativa propia puede lograr encumbrarse como humano sin experimentar los miles de años de civilización, también existen libres que asumen el dominio de los parámetros del sistema para completar su pobreza transitoriamente. El perfecto dominio de un artefacto es cuando no es necesario empuñarlo, sino que forma parte de la persona y al mismo tiempo, interactúa con todos los demás artefactos, como lo hacen las palabras, las células, las partículas, la vida.
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