martes, 1 de abril de 2008

Sobre “Un nuevo pluralismo”

Como estoy un poco nostálgico me puse a revolver algunos papeles viejos, reseñas de muestras, artículos periodísticos y cientos de catálogos que colecciono obsesivamente.
Encontré entre todo eso una pequeña joya de la sofística que me gustaría compartir con ustedes. Se trata de una reseña del Premio Banco Nación que escribió en el suplemento de cultura del diario La Nación un prestigioso crítico que a su vez fue jurado y curador de dicho certámen. Me dirán que es algo viejo pues tiene casi 6 años –pueden encontrar el material en la red en La Nación Line, la nota se llama “Un nuevo pluralismo” y es del 07-01-01- pero yo creo que hay cosas que no pierden vigencia. Hay en Argentina una forma de hacer política que es modelo para todo lo demás, incluyendo la crítica de arte.

El artista que ganó el primer premio –una abultada suma- fue en esa ocasión Jorge Machi –eterno enviado a cuanta muestra y bienal internacional hay y que en la última bienal en Venecia demostró que ya no tiene demasiadas ganas de trabajar, ni siquiera el concepto, que es lo que se supone que él hace-.

Voy a transcribir el final de la nota donde el crítico explica la obra ganadora, dice así:

“El jurado otorgó el Premio Adquisición de $ 30.000 a la obra de Jorge Machi (Buenos Aires, 1963), titulada “Publicidad”, una instalación fundada en sutiles mecanismos neoconceptuales. En un recinto especialmente construido, absolutamente oscuro, se levanta una alta torre negra, anónima, que ostenta en su parte superior dos carteles a la manera de los gigantescos anuncios que coronan algunos edificios de las grandes ciudades. Pero en lugar del cartel de moderno diseño que anuncia un producto prestigioso, se erigen dos pobres letreros, trazados con mano inexperta, que señalan: “Goteras” y “Electricidad”, junto a los números telefónicos. Apenas están iluminados por pequeñas lámparas que simulan los potentes reflectores de la publicidad urbana. Los letreros (auténticos ready-made) publicitan servicios que, lejos del consumismo al que se dedica la publicidad, ofrecen tareas sencillas y humildes que remiten a la desocupación que asola al país” (sic).

Si la descripción les ha parecido poco interesante, los que la vieron recordarán que la obra lo era menos aún. Pero este artista no sólo es uno de los pollos del prestigioso crítico sino también perteneciente al staff de la galería Ruth Benzacar. Perdón, me estoy desviando del tema principal de este texto. Lo que me importa remarcar es una pequeña fotografía que hay al final de la nota y que entra en una tensión interesante con el texto del crítico –remarqué en negrita las palabras finales a fin de mostrar lo que quiero decir- . En la fotografía tomada el día de la entrega de los premios esta Jorge Machi, el artista ganador, junto a Chrystian Colombo, en ese entonces jefe de gabinete del presidente De la Rúa. Es decir que posando para la foto se encuentra el artista que con su obra remitía a la desocupación que asolaba al país y a su lado el banquero, funcionario y uno de los principales implementadotes del modelo neoliberal de exclusión social que producía la desocupación que tanto preocupaba a Jorge Machi. ¿No es una joya? Son tiempos de distanciamiento, las pasiones deben ser desterradas, es de mal gusto tomarse las cosas demasiado en serio. La obra era pequeña, la preocupación también, lo contrario sería un anacronismo.

El mismo teórico defendía por esa época a todos aquellos artistas que trabajaban sobre una estética del sinsentido. “(…)vertiente más interesada en el contenido estético de las obras (…) que hace de la indiferencia una actitud política”(sic) (ver misma nota)

Con esta clase de argumentación comenta una muestra de Silvia Rivas (no tengo esa nota ante mí, pero si a alguien le interesa la busco e informo dónde puede consultarse)
Dice el crítico que Silvia Rivas, como tantos otros artistas contemporáneos “no está preocupada por los problemas sociales”. Nuevamente usa el teórico un curioso recurso. Asocia el desinterés de la artista por los temas sociales a su condición de artista contemporánea, y no nos dice –porque no es información relevante, excepto para mí que siempre le busco el pelo al huevo, (perdonen la expresión)- que además de artista contemporánea es la mujer de Chrystian Colombo. ¿Podría estar preocupada por las cuestiones sociales la mujer de un banquero neoliberal?

Dejo constancia de que no tengo nada contra Silvia Rivas, ni contra Jorge Machi en última instancia, sino contra los recursos retóricos, ideológicos, con los cuáles se disfrazan los hechos.

Debo agradecer a Laura por ser una de las tres personas que contestaron mi primer mensaje, espero que me conteste o me critique este también. Las otras fueron Adriana, y Alejandro, gracias también. Del resto de los críticos, artistas y galeristas que lo recibieron no tuve noticias así que supongo que no les interesó o bien que no quieren entrar en diálogo con un pato. Yo también me sentiría un poco idiota hablando con un pato.

Saludos.
El pato Lucas.

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