Hace poco, en una charla entre amigos, casi todos ellos artistas, hablábamos de los teóricos, específicamente de su nueva función, muy contemporánea, o muy argentina, no sé, de formadores de artistas (Léase bien: dice “de formadores” no “deformadores”, aunque no estaría mal ¿no?). Todos sabemos que hay una cantidad de teóricos/as, muchos de ellos jóvenes, otros no tanto que viven casi exclusivamente de escribir prólogos y dar clases a numerosos grupos de artistas en formación y otros con gran trayectoria –esto último es lo más sorprendente-. Y yo me preguntaba y me pregunto aún, si estos “especialistas” están realmente capacitados para “formarnos”, o serán en gran medida sólo “cartón pintado”, productos de un buen trabajo de marketing.
Alguien cercano a mí, me comentaba que un tiempo atrás tomo un curso con una teórica de renombre – la persona que me relataba la historia es licenciada en filosofía- y me decía que esta “teórica” cometía errores elementales cuando entraba, justamente, en el terreno de la filosofía. Para usar un lugar común, tocaba de oído. Yo mismo asistí hace algún tiempo a un seminario sobre arte contemporáneo (sí, sí, el Pato Lucas confiesa sus pecados) dictado por una multifacética teórica, artista, curadora y debo confesar que el balance fue –al menos para mí- absolutamente decepcionante. Fue algo así como una apología acrítica de todo lo que fuera contemporáneo por el mero hecho de serlo, y si la producción era tecnológica, mejor aún…ni un atisbo de análisis crítico de la función de la tecnología, de la creciente desaparición del sujeto detrás de la herramienta. Digo…un poco menos de cita y un poquito más de pensamiento de vez en cuando no vendría mal ¿no? Recuerdo, por ejemplo que todo lo que se mostraba servía para ilustrar la idea de que todo lo contemporáneo era “conceptual deconstructivo”. Entonces veíamos arquitectura deconstructiva, moda deconstructiva, videoclips, artistas que hacían instalaciones deconstructivas… Todo muy lindo pero, el problema, a mi juicio es que cuando un concepto se convierte en tendencia, o para decirlo más claramente, en moda, queda automáticamente desactivado. El concepto de deconstrucción, si nos remitimos a Derrida, es claramente una herramienta política. Muestra, creo, cómo se arman los conceptos, como se construyen los discursos, sugiere la sospecha, la lectura entre líneas, hace énfasis en los márgenes.
Y ese concepto que es una herramienta política nace en el seno de lo literario, y de hecho Derrida arrastra a la filosofía misma al campo de lo literario pues la considera una narración más. Y aquí aparece otro problema fundamental, el de la transcripción. ¿Tengo que creer que estoy viendo “arquitectura deconstructiva” porque un edificio contemporáneo en Alemania ha sido construído casi a 45 grados y parece a punto de desplomarse o porque un artista contemporáneo desparrama cientos de chucherías por el piso, que estoy frente a una obra de arte conceptual deconstructiva? ¿Podemos decir que ese edificio es posmoderno? Probablemente, pero eso no lo convierte en deconstructivo. En todo caso será altamente ilustrativo de una sensación de época. Es difícil trasladar un concepto de un lenguaje, o de un soporte a otros. Muchas veces es forzado, otras imposible. Bueno, como ya dije, yo salí bastante decepcionado de ese seminario…pero no me devolvieron la plata.
De todas formas es bueno aclarar que no todos los teóricos son así, hay gente seria y estudiosa, me consta, pero paradójicamente, o no, son los de perfil más bajo.
Así que: consejo para artistas jóvenes –y no tanto- : si están en busca de completar su formación teórica, lo primero y más importante es que lean mucho. (A fin de cuentas los teóricos no leen cosas muy diferentes de las que ustedes podrían leer, y seguramente la interpretación de un artista podría ser un poquito más creativa, menos obvia y obsecuente) y si esto se les hace difícil y deben recurrir a un teórico, no busquen esos nombres rodeados de luces de neón, las luces siempre marean un poquito. Busquen en la segunda línea de las carteleras, allí están algunos de los mejorcitos –igual son pocos-.
Pero este texto está incompleto si no nos hacemos cargo –los artistas digo- de la parte que nos toca en el estrellato de estas nuevas figuras. Sin los artistas que asisten masivamente a estos cursos ¿Qué sería de estos teóricos? ¿A qué se dedicarían? ¿Cómo costearían sus viajes a las bienales? Hagámonos cargo de nuestros pecados (¡Qué judeo-cristiano me estoy poniendo!)
Muchos artistas, jóvenes y no tanto, toman estos cursos sólo para hacerse conocidos de los teóricos de turno, pues esos teóricos serán luego jurados en los premios, curadores en las bienales, etc. No podemos criticar un sistema que nosotros mismos alimentamos. ¿Cuándo dejaremos de ser la carne picada de la empanada? Bueno, cuando empiezo con las metáforas gastronómicas es porque tengo hambre, así que mejor dejemos este asunto aquí.
Saludos.
El Pato Lucas.
2008
Alguien cercano a mí, me comentaba que un tiempo atrás tomo un curso con una teórica de renombre – la persona que me relataba la historia es licenciada en filosofía- y me decía que esta “teórica” cometía errores elementales cuando entraba, justamente, en el terreno de la filosofía. Para usar un lugar común, tocaba de oído. Yo mismo asistí hace algún tiempo a un seminario sobre arte contemporáneo (sí, sí, el Pato Lucas confiesa sus pecados) dictado por una multifacética teórica, artista, curadora y debo confesar que el balance fue –al menos para mí- absolutamente decepcionante. Fue algo así como una apología acrítica de todo lo que fuera contemporáneo por el mero hecho de serlo, y si la producción era tecnológica, mejor aún…ni un atisbo de análisis crítico de la función de la tecnología, de la creciente desaparición del sujeto detrás de la herramienta. Digo…un poco menos de cita y un poquito más de pensamiento de vez en cuando no vendría mal ¿no? Recuerdo, por ejemplo que todo lo que se mostraba servía para ilustrar la idea de que todo lo contemporáneo era “conceptual deconstructivo”. Entonces veíamos arquitectura deconstructiva, moda deconstructiva, videoclips, artistas que hacían instalaciones deconstructivas… Todo muy lindo pero, el problema, a mi juicio es que cuando un concepto se convierte en tendencia, o para decirlo más claramente, en moda, queda automáticamente desactivado. El concepto de deconstrucción, si nos remitimos a Derrida, es claramente una herramienta política. Muestra, creo, cómo se arman los conceptos, como se construyen los discursos, sugiere la sospecha, la lectura entre líneas, hace énfasis en los márgenes.
Y ese concepto que es una herramienta política nace en el seno de lo literario, y de hecho Derrida arrastra a la filosofía misma al campo de lo literario pues la considera una narración más. Y aquí aparece otro problema fundamental, el de la transcripción. ¿Tengo que creer que estoy viendo “arquitectura deconstructiva” porque un edificio contemporáneo en Alemania ha sido construído casi a 45 grados y parece a punto de desplomarse o porque un artista contemporáneo desparrama cientos de chucherías por el piso, que estoy frente a una obra de arte conceptual deconstructiva? ¿Podemos decir que ese edificio es posmoderno? Probablemente, pero eso no lo convierte en deconstructivo. En todo caso será altamente ilustrativo de una sensación de época. Es difícil trasladar un concepto de un lenguaje, o de un soporte a otros. Muchas veces es forzado, otras imposible. Bueno, como ya dije, yo salí bastante decepcionado de ese seminario…pero no me devolvieron la plata.
De todas formas es bueno aclarar que no todos los teóricos son así, hay gente seria y estudiosa, me consta, pero paradójicamente, o no, son los de perfil más bajo.
Así que: consejo para artistas jóvenes –y no tanto- : si están en busca de completar su formación teórica, lo primero y más importante es que lean mucho. (A fin de cuentas los teóricos no leen cosas muy diferentes de las que ustedes podrían leer, y seguramente la interpretación de un artista podría ser un poquito más creativa, menos obvia y obsecuente) y si esto se les hace difícil y deben recurrir a un teórico, no busquen esos nombres rodeados de luces de neón, las luces siempre marean un poquito. Busquen en la segunda línea de las carteleras, allí están algunos de los mejorcitos –igual son pocos-.
Pero este texto está incompleto si no nos hacemos cargo –los artistas digo- de la parte que nos toca en el estrellato de estas nuevas figuras. Sin los artistas que asisten masivamente a estos cursos ¿Qué sería de estos teóricos? ¿A qué se dedicarían? ¿Cómo costearían sus viajes a las bienales? Hagámonos cargo de nuestros pecados (¡Qué judeo-cristiano me estoy poniendo!)
Muchos artistas, jóvenes y no tanto, toman estos cursos sólo para hacerse conocidos de los teóricos de turno, pues esos teóricos serán luego jurados en los premios, curadores en las bienales, etc. No podemos criticar un sistema que nosotros mismos alimentamos. ¿Cuándo dejaremos de ser la carne picada de la empanada? Bueno, cuando empiezo con las metáforas gastronómicas es porque tengo hambre, así que mejor dejemos este asunto aquí.
Saludos.
El Pato Lucas.
2008
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