martes, 1 de abril de 2008

VOLVÉ PLATÓN, QUE TE PERDONAMOS

En mi último envío titulado “Pato Lucas en estado gaseoso…como el arte”, al final de una larga trascripción (pido disculpas por haberme excedido, pero mi entusiasmo estaba en relación directa con la excelencia del texto, que he terminado de leer y vuelvo a recomendar) al final, decía, hice una pregunta que sólo dos personas me respondieron, supongo que fue porque casi nadie la llegó a leer. La pregunta era ¿Qué significa ser artista hoy?, pregunta que me ocupa y me preocupa en forma permanente, además de algunas otras claro, como ¿Por qué tenemos que morir? ¿Cómo puede alguien creer que este gobierno es progresista? ¿Es gay Ricky Martin?
Meditando sobre esa pregunta recordé que Platón en “La República” plantea una sociedad ideal y también una clasificación en la cual los hombres están divididos en varias categorías, trece, si mal no recuerdo. El primer lugar, el más importante, Platón lo reserva para el filósofo (o sea, él) el más sabio entre los hombres y por lo tanto el único capaz de gobernar la Polis. El último lugar se lo asigna al tirano, el menos sabio, el peor de todos. Lo curioso es el lugar reservado al artista. De nuevo estoy citando de memoria pero creo que le corresponde el séptimo lugar. Porque para Platón el artista es un tipo peligroso para la Polis en tanto y en cuanto no se atenga a ciertas normas muy estrictas con respecto a la creación. No siendo así, el artista se transforma en un personaje altamente subversivo (¡Qué palabrita!) un agente de la disolución, su obra es engaño puro, copia de copia, seducción falsificadora. Por lo tanto el artista debe ser vigilado y si no se atiene a las normas, deberá ser expulsado de la República. Siempre me resultó muy llamativo que con estos planteos el filósofo Platón, el más sabio entre los hombres, el que se reserva el lugar más alto, el del poder, se transforma paradójicamente, y al mismo tiempo en un tirano, el peor, el último en su propia escala… ¿será tal vez que cuando se llega al poder, aunque sólo sea hipotéticamente, es muy difícil no transformarse en un tirano? Bueno, pero ese no es el tema; el tema es que ese texto produce cierta nostalgia de alguna época en que el arte era mirado con desconfianza por el poder. “Subversivo” es una palabra que, en realidad, siempre me ha gustado bastante, le asigno ese sentido nietzscheano de “transvaloración de todos los valores”. El problema es ¿Cómo subvertir todos los valores en un mundo donde queda sólo uno: el mercado? ¿Nos damos cuenta claramente de que todo ha desaparecido en el horizonte de la mercancía? ¿De que el sistema se ha “naturalizado” en nuestra percepción? ¿Saben los peces que viven en el agua?
¿Qué podría ser subversivo hoy? Muchas veces el arte fue subversivo y muchas otras estuvo al servicio del poder; hoy es más bien indiscernible, no es que esté al servicio del poder sino que se ha fundido con él, es mercancía, espectáculo, atracción turística, experiencia difusa, olvidable, rápidamente olvidable. Así que finalmente uno termina extrañando a tipos como Platón, y me atajo: con esto no estoy queriendo decir que extraño a los tiranos o a los totalitarismos de cualquier signo. La diferencia es, creo, que bajo esos regímenes uno sabe claramente donde está el enemigo (pido perdón si la palabra suena fuerte, sé que en esta época tratan de convencernos de no usar algunas palabras que deben ser consideradas anacrónicas, “enemigo” es una de ellas, otra es “pueblo” que ahora es “la gente”, y tampoco se puede decir “derecha”, porque la derecha se está probando el traje del hombre invisible) bueno, decía que en esos casos uno sabe donde está el enemigo, en cambio, en esta “libertad de mercado”, está en cada cosa que comemos, en cada imagen, en cada prenda que vestimos, en cada programa de TV, en cada sitio de Internet y nosotros colaboramos gustosamente con él…y hablando de Internet, hay un sitio bastante nuevo que se llama “Second Life”, ustedes ya habrán leído sobre él y tal vez algunos ya lo hayan visitado. Second Life es un sitio donde se puede vivir otra vida; uno crea un doble de sí mismo, un “avatar” (así se llama) allí uno puede ser delgado si en esta realidad es gordo, alto si es petiso, hombre si es mujer y viceversa, etc. Algo así como el paraíso…pero no piensen en el paraíso de las religiones, me refiero al paraíso fiscal de las islas Caimán, porque en Second Life hay bancos, financieras, empresas, logos. Algunas de las empresas más importantes ya han abierto sus sucursales allí. Es decir que uno puede escaparse para vivir otra vida allí, pasar la mitad de su vida viviendo esa otra vida, pero nunca escapará del capitalismo…porque de eso no se escapa, excepto que uno se muera y vaya al paraíso… ese que nos promete el piadoso Benedicto XVI (que cuando joven supo ser un travieso muchacho de las juventudes hitlerianas) pero teniendo en cuenta la forma en que se comportan en este mundo los representantes del paraíso, es probable que ya haya algunas financieras allá arriba… ¿era arriba, no?
Bueno, ya me fui por las ramas, como siempre. No debería hacerme tanto problema por estas cosas sino más bien acomodarme a las ideas de un “prestigioso” crítico argentino a quien he escuchado decir en muchas oportunidades que “el arte tiene que ser divertido”, y aquí estaría bueno hacer el análisis de esta “categoría”… ¿Querrá decir que la máxima pretensión que puede tener un artista hoy es la de ser “divertido”?
Lo que se dice, ni más ni menos, un bufón.

Los dejo porque está por comenzar “Vomitando por un sueño” y no me pierdo ni un solo programa.

Un abrazo.
El Pato Lucas

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