Hola a todos.
Me llamó la atención una nota del suple ADN cultura, del diario La Nación del sábado 25 de Marzo de 2008, y me llamó la atención porque, de alguna forma se relaciona con mi envío anterior titulado “Acerca de los teóricos”. La nota a la que me refiero es una entre varias dedicadas al tema de “Internet y la globalización de la vida” está firmada por el crítico Daniel Molina y se titula “Retrato de un mundo nuevo”. Nota absolutamente laudatoria, apologética y acrítica, como corresponde. Entre otras cosas Molina nos dice que la espacialidad de la red remite a la ubicuidad, uno de los atributos del Dios de los monoteísmos…Bueno, mi problema básico es que yo soy ateo y esto me lleva a desconfiar de cualquier planteo con tufillo metafísico, así se trate de internet o de cualquier otra cosa.
Pero los párrafos que más me interesan vienen después y voy a transcribirlos, el primero dice lo siguiente:
“Esa instantaneidad y ubicuidad está conformando un mundo, una forma de pensar y una producción simbólica completamente diferentes de lo que se conocía hasta ahora. No fue con la aparición de las vanguardias –que son al arte contemporáneo el equivalente de los primeros Ford T a los actuales autos de Fórmula 1- que se rompió con el imaginario del Renacimiento. Es la actual relación entre pensamiento crítico, arte contemporáneo e internet lo que dibuja el primer esbozo potente de un mundo posrenacentista.”
Bueno, bueno, aquí tenemos un par de cosillas para masticar… ¿Es idea mía o este párrafo destila por los cuatro costados esa vieja idea de “progreso” que la historia se ha empeñado insistentemente en mostrar como caduca? ¿Se puede sostener seriamente que “las vanguardias son al arte contemporáneo el equivalente de los primeros Ford T a los actuales autos de fórmula 1”? ¿No es lo mismo que decir –usando un ejemplo adecuado, teniendo en cuenta que Daniel Molina viene del campo literario y no del de las artes visuales- que Shakespeare es a Borges lo que un Neanderthal al Homo Sapiens? ¿O que Leonardo es a Picasso lo que un Australopiteco a Stephen Hawking? La verdad, no puedo creer que Daniel Molina crea esto, debe haber querido decir otra cosa que se me escapa…en fin. Luego nos informa que “es la actual relación entre pensamiento crítico, arte contemporáneo e internet lo que dibuja un primer esbozo potente de un mundo posrenacentista”. Esto me parece un poco más atinado pero creo que caben algunas salvedades, sobre todo teniendo en cuenta que todas las tecnologías de la imagen –especialmente las más avanzadas, la imagen digital, los efectos especiales, las realidades virtuales, etc- buscan la “verosimilitud”, esa que a través de la perspectiva monocular, buscaba el Renacimiento. Una verosimilitud idealizada, la del Renacimiento, como buena parte de las imágenes actuales: las de la publicidad, y gran parte de las del arte contemporáneo. No creo que estemos tan lejos del Renacimiento aún.
Seguimos:
Las producciones artísticas en la Red ya no reconocen las antiguas fronteras entre las artes visuales y las intelectuales, ni menos aún entre música, imagen e idea. El arte en Internet es un magma que desdibuja las fronteras entre disciplinas y entre los géneros (tanto los géneros artísticos como los antiguos roles sexuales y sociales que alguna vez se pensaron como fijos e inmutables)
Esta ambigüedad generalizada es uno de los motivos por los cuáles Internet convoca con más facilidad a los jóvenes (que tienen menos ideas preconcebidas que sostener) que a los adultos. Salvo en el campo del correo electrónico y las comunicaciones empresariales, Internet es un territorio copado por los menores de 50.
Sinceramente me cuesta creer que haya sido Internet lo que ha desdibujado“ las fronteras entre los antiguos roles sexuales y sociales que alguna vez se pensaron inamovibles” . ¿No será simplemente un efecto del capitalismo, de su dinámica?
Si un travesti hoy puede convertirse en una figura mediática o en vedette –cosa impensable hasta hace unos pocos años- ¿no será simplemente porque es un gran negocio para alguien? Además, ¿no contribuyó el “zapping” desde mucho antes a desdibujar la visión del mundo de los jóvenes y también la de los adultos, a erosionar el concepto de verdad, a desarticular cualquier forma de relato?
Luego, decir que “esta ambigüedad generalizada (…) convoca con más facilidad a los jóvenes (que tienen menos ideas preconcebidas que sostener) que los adultos” me parece un mecanismo que por un lado falsea y por el otro idealiza. Falsea porque siempre han sido los jóvenes los primeros convocados por las nuevas tecnologías, los adultos siempre han sido más resistentes –en general- a las innovaciones en todas las épocas. Idealiza porque no es verdad que los jóvenes tengan “menos ideas preconcebidas que sostener que los adultos”. No tienen menos, tienen otras. Muchos de nuestros jóvenes contemporáneos se agrupan en tribus urbanas, y cada una de esas tribus se constituye sobre ideas preconcebidas y discriminatorias hacia los otros grupos.
Molina debería hablar mucho más con los jóvenes, y no saldría de su asombro al comprobar la cantidad de prejuicios que cargan sobre sus hombros. Sin contar la falta de lectura, de reflexión, la incapacidad para concentrarse por más de un minuto en cualquier cosa, consecuencias, -justamente-del zapping y de esa “velocidad” de Internet que provoca cada vez más ansiedad frente al monitor. Hace un tiempo ya, Paula Sibila, una socióloga argentina que vive en Brasil dio una charla en la Fundación Telefónica. Habló en un momento de un síndrome que afecta a muchos chicos en edad escolar, yo no recuerdo el nombre del síndrome pero es muy conocido, se basa en la incapacidad del chico para concentrarse y prestar atención durante tiempos superiores a, digamos, dos minutos. Se trata a esos chicos con psicofármacos y Sibila decía que en realidad esos chicos no constituyen una anomalía. Son las nuevas subjetividades que produce el capitalismo contemporáneo: consumidores rápidos.
Bueno, para terminar transcribo el último fragmento de la nota, que podríamos definir también como el más naïf. Dice así:
Esa materia porosa del mundo virtual –un mundo que está en todas partes y que no tiene centro- es la madera de la que están hechos los sueños del arte actual. Antes que un lugar de intercomunicación de prácticas artísticas que se realizan fuera de ella, la Red es el soporte sobre el que se construyen los pensamientos del futuro que nos acecha y nos consuela: un mundo en el que todas las diferencias (de raza, de creencias, de enmascaramientos sexuales, de ingresos) sean mucho menos importantes que la común aventura de la convivencia. El arte –como puesta en acto de nuestra inteligencia- está dibujando en Internet el mapa de ese mundo nuevo.
Eso es lo que se dice un final apoteótico, bucólico, empalagoso… ingenuo, bah.
Si esto no es pensamiento utópico, el pueblo dónde está…no, no era así, bueno, no importa, quiero decir ¿Quién puede creer en estas utopías tecnológicas? Hace algún tiempo Bill Gates dijo que en el futuro todo el mundo tendría Internet. Algún tiempo después una estadística informaba que el cincuenta por ciento de la población del planeta jamás había realizado una llamada telefónica en su vida. Hay dos opciones, o Bill Gates no se interesa en esa clase de estadísticas, o para él toda esa gente, digamos unos 3.300 millones de personas, no forman parte del “mundo”, y es muy probable que esta última sea la opción correcta. Unos años atrás en una charla con una señora muy adinerada, gran entusiasta de Internet, mencioné esa estadística y la señora me contestó: “será cruel lo que voy a decirte, pero esa gente no cuenta”. Clarito ¿no? ¿Quién va a vivir en el mundo que “dibuja” Daniel Molina? Ese mundo donde“ las diferencias de raza, de creencias, de enmascaramientos sexuales y de ingresos sean mucho menos importantes que la común aventura de la convivencia”. ¿Estará hablando de Second Life, ese mundo virtual que por otra parte ya está copado por la lógica del capitalismo?
¿Habrá fumado algo?... Parece de la buena. Habrá que consultarle precio.
Saludos cordiales.
El Pato Lucas.
2008
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